viernes, 26 de febrero de 2010

Agitar antes de usar


Hubo un tiempo en que Alfonso pasaba las vacaciones de la infancia en casa de los abuelos y recordaba de los mayores algunas canciones como, “Cuando la tarde languidece/ renacen las sombras/ y en la quietud de los cafetales/ vuelven a sentir/ esta triste canción de amor/ de la vieja molienda/ en el letargo de la noche/ parece decir/ una pena de amor/ una tristeza/ lleva el zambo Manuel/ en su amargura/ pasa incansable la noche/ moliendo café//. Pero no alcanzaba a descifrar el significado de tales palabras –triste, canción, amor- y menos aún lo de moliendo café cuando contemplaba a la abuela moliéndolo en la cocina con mucha parsimonia, y qué entrañaba la canción con la de cosas que allí se amasaban, viandas de todo tipo, sobre todo los preparados que se trituraban o recortaban durante horas y luego se moldeaba o removía la masa después de moverla y agitarla a fin de elaborar exquisitos platos que a la postre se servían a la mesa participando él en el festín.
Uno de los que más le atraía era la ensaladilla rusa, con la mayonesa producida batiendo aceite crudo y yema de huevo con otros añadidos. Siendo el nieto más pequeño de la familia y el más revoltoso, la forma idónea para que se relajase era echarle de comer el primero, pues se comía a pavía, y así, comiendo a dos carrillos, templaba los nervios sobremanera. Pero había otros batidos que no le iban a la zaga, así, la tortilla española o a la francesa, batiendo los huevos en un recipiente, tortillita de bacalao, añadiendo harina, agua, ajo y perejil, el gazpacho andaluz, con tomates, pimientos, cebolla, pepino, sal y ajos, o el rico helado de postre, batiendo leche, azúcar y frutas.
Con el paso del tiempo Alfonso ha ido creciendo, entrando en años lo que ha motivado que su experiencia y gustos evolucionen al unísono como todo lo que conlleva, y al igual que se fue convirtiendo de niño en adulto, así también le ha acontecido con respecto al cuerpo y al espíritu.
A partir de entonces le ha tocado vivir múltiples vivencias, políticas, sociales o culturales yéndosele inoculando paulatinamente en el cerebro nuevos caminos, proyectos inéditos, y como el arbolito que va creciendo empezó a echar tallos, hojas, flores, fruto. En su agenda hervían los más dispares condimentos que le arrastraban como viento inesperado y no podía por menos de exhibir sus armas, su fortaleza, sean dictaduras, vidas adocenadas, imposiciones oligárquicas o burguesas rechazándolas de plano, según la agitación de sus inquietudes, lo que le causó no pocos quebraderos de cabeza o estancias entre rejas en lóbregos calabozos o en cuartelillos con las consiguientes manchas en el expediente académico.
A pesar de las borrascas que brotaban en el mapa de su vida no se amilanó nunca por nada, antes bien crecían sus alas ante los obstáculos siguiendo las directrices de su corazón, a veces por testarudez, otras por emociones, y se lanzaba al campo de batalla revolviendo, agitando las mansas aguas del estanque en feroces agitaciones de masas y se desenvolvía como pez en el agua, todo en pos de sus ideales, que, aunque utòpicos, le encendían el ánimo llenándole de orgullo, y de esa suerte respiraba tocándose su cuerpo, palpando las vibraciones que lo envenenaban antes que pegarse un tiro en la sien.
Posteriormente vivió en pareja y aunque tenía bien aprendida la lección, agitar antes de freír, cocer o condimentar, sin embargo sus conocimientos ofrecían un límite, no podían abarcar todos las ramas del saber. Llegado a este punto podría exclamar como el filósofo, sólo sé que no sé nada.
Y no cabe duda de que en las relaciones sentimentales dejaba mucho que desear.
-Cuántas veces te he dicho, Alfonso, que antes de abrir el preservativo lo muevas y lo agites sin miedo para ver en qué estado se encuentra, si te han entregado gato por liebre, si trae algo extraño en el interior, o está hecho una piltrafa como le sucedió a tu amigo, o vaya usted a saber, pero ni por esas, no hay forma de que te responsabilices-apostillaba ella.
< De lo que refieres infiero que lo que en verdad te quita el sueño es la situación de tu vientre, la tripa, y los demás que se busquen la vida como puedan. Pues mira, hasta aquí hemos llegado, te doy el ultimátum, la próxima vez que agarres un preservativo y no apliques las mínimas instrucciones que se recomiendan en estos casos te vas con tu madre, coño, dejaré de confiar en ti y por supuesto que dormirás en plena calle, porque cambiaré la cerradura y sanseacabó. Así como lo oyes, y no hay más, yo también tengo un vientre, además de una vagina, y procuraré que al menos funcione como el tuyo.
< Así que agita la bandera de la paz y grábalo no echando en saco roto la sentencia, “agitar antes de usar”.

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