domingo, 18 de junio de 2017

Por arte





Resultado de imagen de escultor en piedras




                  
Era todo un cielo de recreación pétrea
penetrando irresistible por los vitales ventanales
con tiernos arrobos
destilando melodiosos néctares
al unísono de encendidos ritmos
que discurrían por los contornos del cerco de la luna.
Permanecían, cual libro cerrado,
los interiorismos y afanes,
fruto de las frías estrías de las coyunturas,
y llegando el momento discreto
la mágica mano de orfebre pica piedra
con sentidos golpes de mando y gracejo
abría el libro de las mil y una emociones en par en par,
habiendo dibujado entre los surcos
del semblante y sus ardientes líneas
un álbum de polícroma trasparencia
y vivificantes efluvios que incendiaban el ambiente.
Nada más caer el vademecum en sus manos
se fue descubriendo el tamaño
del singular estilo artístico,
la talla del talento, el diámetro de la piedra y
su cintura y la esbeltez de gacela
estirándose como chicle
por entre los hontanares de la sonrisa.
Fue una noche de sorpresivas dádivas,
y se hizo la luz de repente en la estancia
irradiando lumínicos e hipnóticos atisbos
con ardorosos parpadeos tras
las crepusculares celosías
reflejándose sutilmente en las mejillas,
en las voluptuosas urdimbres del deseo,
titilando entre la tumultuosa marea
 retadora y vibrante, como una candela, su aureola,
pese al súbito ocultamiento misterioso de la luna,
quizá por una maquiavélica lisonja,
encelándose por entre las verdes  copas
del bosque y la espesura reinante.      

     


No hay comentarios: