viernes, 29 de junio de 2018

Las entrevistadoras o al pie de los tiburones





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   Era la hora de desentumecer músculos recorriendo unos saludables kilómetros en dirección al Tesorillo, pensaba Norberto, apuntando que no se puede olvidar el papel o embrujo que juegan los nombres a veces en el subconsciente infravalorando o alentando las nobles ansias de volar, como corrobora el dicho popular, quien tiene un amigo tiene un tesoro.

   Al poco de emprender Norberto el vuelo hacia la playa de Velilla por la ruta marcada, según avanzaba organizando pensamientos y proyectos es abordado de repente por dos sirenitas, parándole los pies y casi los latidos, viéndose atado de pies y manos al querer hurgar en sus interioridades, pesares, creencias, heridas o pensares descascarillando el disco duro de su cerebro, cual cirujano en la sala de operaciones, o jugar a las adivinanzas con la bolita de cristal imaginando la mar de aventuras o fantasías.
   Al preguntarle cuál era su misión respondieron que durante la estancia en la Costa Tropical harían entrevistas por encargo del centro granadino donde estudiaban como actividad extraescolar, por lo que se apresuraban a plasmarlo cuanto antes y de la mejor manera, a ser posible con nota.
   Para dicha operación no cabe duda de que podrían haber elegido a alguien de generación nini (que ni estudia ni trabaja), a un clérigo por aquello de la vocación o a un autónomo, pongamos por caso, que atesora bienes o patrimonio haciendo gala de febriles actividades facturando artículos, mercancías u otros productos a diferentes puntos del globo, recibiendo o enviando informes, parabienes, quejas o ingresos por las ventas al por mayor y un largo etcétera, pero eligieron a Norberto, un jubilado de por vida, tal vez porque le vieran ciertas arrugas fáciles de transitar, dándolo de antemano como pan comido, o acaso atisbasen destellos filosóficos en sus pesados hombros o andares, vaya usted a saber, aunque lo que al parecer buscaban eran brotes teológicos acerca del más allá, tal vez por reminiscencias de San Manuel Bueno.
   En los prolegómenos no había techo dependía, según señalaban, de hasta dónde se quisiera llegar.
   Y para llevar cabo tan peliaguda tarea decidieron cortar el paso a Norberto, impidiéndole la marcha, empezando a descargar una batería de cuestiones que extraían del bombo de la agenda que lo dejaban tiritando.
   -Hola, buenos días, señor. ¿sería tan amable en contestarnos unas preguntas?   
   -Bueno, y a todo esto, ¿se puede saber quiénes son ustedes?
   -Tiene usted razón, no nos hemos presentado, pertenecemos a un centro de enseñanza de Granda, y nos han encargado como trabajo académico entrevistar a la gente sobre un cuestionario previo durante la estancia en la costa.
   -Pues mal empezáis, queridas indagadoras, porque, sintiéndolo mucho, puedo caer en la tentación de enunciaros no pocas barrabasadas o raros galimatías por mis superficiales conocimientos, y sean a su vez difíciles de digerir en esta enigmática mañana que nos envuelve, a un paso de los tiburones y la blanca espuma marina, y si no al tiempo.
   -A ver, señor Norberto, ¡cuánta fantasía posee!, no será para tanto, y entrando en materia, ¿ nos podría decir en qué consiste la felicidad?
   -Oh, madre del amor hermoso o de los cielos más celestiales, que diría Santa Teresa, ilustre doctora de la Iglesia, ¿sabéis lo que creo?, pues muy simple, que si lo supiese no me hubierais encontrado tan fácilmente haciendo el camino del Tesorillo, que no el de Santiago que está más lejos, sino que me movería por otros derroteros bien distintos, y tal vez ostentando algún cargo relevante en la sociedad, algo así como obispo si se mira por la vertiente teológica, o acaso rey de reyes o sabe Dios por dónde, quizá viajando por otros planetas más impolutos y humanos; por lo demás, qué os puedo trasmitir desde mis limitadas posibilidades.
   -Tiene usted razón en el fondo, pero ahondando en el concepto, ¿cómo lo desmenuzaría?
   -Pienso que no sabría así a bote pronto, porque la felicidad es frágil, efímera y caprichosa, como apuntan las canciones veraniegas de amor o felicidad, y tanto es así que asusta, al ser tan escurridiza como el pez en el agua, toda vez que cuando se tienen fundamentos serios y reales para sentirse feliz a lo mejor no se siente, al no vislumbrar la luz de la lámpara, no valorando los fehacientes factores o palpitantes y reconfortantes perspectivas en lontananza.
   -¿Entonces, es una entelequia para usted?  
   -Espero que no, no quise decir tal cosa, pero es tan fugaz, subjetiva y voluble que tiembla uno al mencionarla por temor a que se espante.
   -Y si poseyese todo el oro del mundo, ¿lo sería?
   -Bueno, de entrada parece que no, porque como dice el refrán, con pan y vino se anda el camino, recordando que con cosas básicas se puede vivir.
   -¿Y cambiando de tema, cree en la otra vida?
   -A ver, me estáis poniendo en un verdadero aprieto a estas horas tan inmaculadas de la mañana y se me está atragantando la poca saliva que queda, es algo que puede sacarte de tus casillas sin lugar a dudas por su singular trascendencia, aunque para salir del paso se pueden decir cuatro memeces y punto, porque es vox populi que nadie desde los prístinos tiempos de Adán y Eva se ha dignado volver para saludarnos y señalar alguna salvedad o recomendación al respecto ni en invierno ni en verano, ni siquiera al conmemorarse el nacimiento del Niño Dios. ¿Qué ostracismo o secretismos tan sacros se barajan en sus meninges o Sancta Sanctorum, y tan sumamente dañinos o contraproducentes para que no suelten prenda ni los ángeles condenados, ni los santos más dicharacheros, ni tan siquiera los inocentes niños por el día de los Santos Inocentes, que siempre suelen decir la verdad al igual que los beodos antes del delirium tremens. No hay manera de que digan algo sin hacer ruido, habiendo no poca curiosidad por escudriñar en todo ello para tener algo que echarse al cerebro, por si se encontrase la caja de pandora, y salir corriendo por calles y plazas llenos de júbilo gritando como loco, ¡Eureka, Eureka, lo encontré!
   -Pero para ello se precisa la Fe, señor, que mueve montañas.
   -¿Y creéis que todo es Fe? ¿y dónde quedan vocablos como fantasía, ensueño, musa o misterio, así como las empatías o aficiones artísticas, culinarias, estéticas o las obsesiones que en ocasiones nos amedrentan por los caminos?
   -No se digna usted apearse del burro ni bajando por la Cuesta de Panata, mostrando aunque sea una brizna o respuesta de peón caminero o de andar por casa para insertarla en el bocata académico, y nos daríamos por satisfechas, pues tenemos ya apetito a estas horas.
   -Ay, amigas entrevistadoras, sólo sé que no sé nada, y mucho menos de lo que hay detrás del monte de las ánimas o la cortina de los cielos, e incluso de lo que tenemos en estos instantes delante, porque hay que tener en cuenta que los sentidos nos engañan, de ahí los espejismos o bulos tan crueles que nos zahieren cuando menos se espera.
   -Y si se acabase el mundo hoy, ¿qué sensaciones o impresiones desvelaría usted?
   -A ver, el ser humano lleva en el cerebro una maquinaria que funciona a la perfección hasta que falla un tornillo o se cruzan los cables, pues no hay que olvidar que todo el universo humano es un vertedero donde desembocan como en el mar todos los detritus de la vida, y de esa sedimentada podredumbre el genio o artista extrae, recicla o cierne los mugrientos residuos, sacando a flote las límpidas esencias que duermen en sus neuronas.
   -¿Y ve perfecta la creación?
   -Mirad, mujeres sabias, doctores tiene la santa madre ciencia para calibrar en sus justos términos las disquisiciones o calaveradas del cosmos en el que vivimos, toda vez que puede que existan otros mundos y se irían al garete todos los argumentos, y en lo que respecta a mi humilde persona podría sacar los pies del plato soltando la lengua, y largar largo y tendido lo que no está en los escritos husmeando en el panorama místico-músico-astral o vivencial de los mortales, y desde esa atalaya fustigar lo execrable, ensalzar lo loable o ningunear lo repugnante, ¿pero somos capaces de esclarecer las oscuras aguas de los pensares y pozos negros? ¿y el amor, cómo se moldea su misteriosa esencia para que no duela el corazón al untarlo en las llagas de la química, y no perderse por los senderos rodando un tanto desafiantes, bebiendo en cualquier copa los venenos con los que nos obsequia la vida?
   El que esté libre de culpa o debilidades casi insalvables que arroje la primera rosa, piedra o clavel, o calle sin más... pues no está la cosa para tirar cohetes o entrevistas al aire contaminado alegremente así como así, ¿no os parece, palomas mensajeras de la felicidad?

      
                          
 
           

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