jueves, 26 de abril de 2012
El incendio
martes, 24 de abril de 2012
La llave
y saltar sobre un charco de estrellas,
y te vi bailar bajo la lluvia esperando la luna llena,
volverás a reírte de veras…
domingo, 22 de abril de 2012
Un tertuliano invitado
martes, 17 de abril de 2012
Pintar con huevo

Se tiró de cabeza a la piscina intentando hacer una pausa en el pensamiento, pues desde un tiempo a esta parte le aturdía el modo de pintar con huevo.
A volar

No se sabía lo que se amasaba en la vida de Lucio, sobre todo desde el último verano, acaso fuera por la pérdida de un amigo, y permanecía anclado en el mes de julio, y no había forma de que echase a volar por otros horizontes, en busca de nuevas amistades, que llenasen el vacío del amigo.
Desde que tenía uso de razón, Lucio era consciente de que la vida sigue, y sin embargo en esos momentos miraba sin mirar hacia ninguna parte, hacia la nada, no encontrando un acicate que le empujase a navegar. Los tormentos arreciaban a finales de enero, a lo mejor porque el mes de febrero le reportaba funestas remembranzas de la época dorada, cuando estaba perdidamente enamorado de Angelitas, hasta el punto de que se pasaba las noches en vela, queriendo verla cuanto antes, y debido a las ansiosas expectativas intentaba arañar horas a la noche, y las descascarillaba a mordisco limpio.
Con semejante medicina se recompuso Lucio, y evocaba, un tanto desangelado, aquellos años que se le pasaron volando, paseando con su amor por el parque, la playa o el campo. Pero con el paso del tiempo el amor se fue desinflando, quizá de modo prematuro, pero la herida seguía abierta.
En ésas andaba, cuando ella emigró con la familia a los mares del sur, teniendo lugar una triste y bronca despedida, y al poco de la marcha, la lejanía hizo de la suyas, la ternura de su imagen, la sonrisa y las inquietudes de Angelitas se diluyeron como el azucarillo en un vaso de agua, al perder todo contacto con ella, desconociendo el paradero.
Tales añoranzas juveniles le sobrevenían casi siempre en el mes de febrero, tal vez por la costumbre, acuñada en el cerebro y en el espíritu, de considerarlo como el mes por antonomasia de los enamorados, y era por ello que, en tales calendas, se sentía más desprotegido y vulnerable que nunca, ávido de cariño, y se le acentuaban en exceso las carencias, actuando como un pobre pajarillo muerto de miedo en el nido, con el pico abierto aguardando el sustento, una brizna nutritiva, una carantoña, algo que le mitigase el hambre del cuerpo y del alma, y seguir vivo, y de esa guisa volar bien alto cuanto antes.
domingo, 15 de abril de 2012
La obra

Se bajaron las persianas de la casa y todo se vino abajo, volviéndose negro, descorazonador, y se le reflejaban en el rostro los años que había vivido entre aquellas cuatro paredes, hecho polvo, con una especie de cáncer incrustado en las entrañas.
Al meterse el hombre en la ímproba tarea de reformar la casa, no encontraba la forma de levantar cabeza, porque sentía sobre sus hombros una carga demasiado onerosa, como si tuviese que transportar él solito todos los ladrillos, la mezcla, las baldosas y demás enseres, y no inhalaba los aromas idóneos para configurar su espíritu, y vestirse de un hombre nuevo, una criatura que pensase con el cerebro, con dos dedos de frente, realizando lo más razonable en la vida, porque, al fin y al cabo, obras son amores y no buenas razones.
A veces, con no poco esfuerzo, resurgía de las cenizas, y alzando el vuelo de las emociones trataba de enderezar el rumbo y alegrarse de alguna manera por la obra que había emprendido, que tampoco era para tanto, una simple reformilla, pero no se sabe qué ocurría, que a la vuelta de la esquina hincaba el pico, tal vez porque en su fuero interno lo concebía como el trasunto de los pasos que a través del tiempo le habían desviado del itinerario, yendo a caer en unas indefensas paredes vitales, volubles, que le volvían la espalda, no prestándole el abrigo necesario a la frialdad que respiraba.
En ocasiones, entrando en razón, calculaba que no era contraproducente poner en práctica el dicho tan sabio, renovarse o morir, y como estaba más muerto que vivo, la obra le vendría como agua de mayo, y, aplicándose el cuento, flotaría gozoso y feliz, y no sería arrastrado por turbias inercias; por ende, ante la efervescencia que le hervía en el cráneo, con el fin de despejarse y ahogar los malos augurios, lo metió en el frío chorro de agua que brotaba del grifo en aquel crudo invierno, con objeto de ahuyentar los hirientes parásitos que se le habían ido acumulando a lo largo de la convulsa existencia.
En el fragor de la reforma, el hombre, un tanto alicaído y harto de tanta entrevista, consulta, pareceres y presupuestos con los especialistas del ramo, tales como, arquitectos, albañiles, carpinteros, electricistas, fontaneros y proveedores de material de construcción, empeoró de repente sobremanera, sintiéndose imposibilitado y perdido en un largo túnel, y le asaltaban en sueños terribles pesadillas a cerca de su futuro, si algún día vería la luz por algún resquicio, al igual que el fin de la obra, antes de que la obra acabase con él, y le pusieran el epitafio, Finis coronat opus, estando criando malvas, y el hombre rugía furioso farfullando, y ya para qué.