domingo, 24 de mayo de 2015

El mitin




                                

                                
   Sin apenas darse cuenta de lo que pudiera trascender o columbrarse en el horizonte o a la vuelta de la esquina, se fue entablando entre ellos una conversación fortuita, bastante baladí, no sustanciándose en ello ni chicha ni limoná, cual súbita llovizna que de repente chispea en la frente, mojando lo que roza, pese al sol radiante que lucía en derredor, destilando lumínicas perspectivas y preciosos destellos, iluminando los pasos y los vericuetos de las callejas más oscuras o tortuosas.
   Al inicio, la charla brotaba espontánea y saltarina, como agua de manantial, elaborándose una especie de calcomanías de figuras o gruesas mochilas de vocablos revoloteando en una especie de entretenimiento de andar por casa, cual lúdico trivial pursuit, en paños menores, hundiendo barcos o matando el tiempo, que no es poco, o tal vez dándole vida a las horas muertas, fluyendo río abajo, o a lo mejor pensaba en voz alta, que de todo ocurre y no se percata uno a veces, cayendo en solemnes torpezas, sobre todo en horas retestinadas, remolonas u holgazanas, que tan pesadas se hacen en las rotondas de la vías, en los tic tacs, al no tener a mano otro tubo de escape o recursos evasivos por donde transitar.
   -Mira, cariño, -rascándose la nuca como distraído-, no sé qué hacer el sábado, creo que tú sí lo tienes claro, estoy pulsando los puntos de interés de la NASA encefálica, lo que se dice vulgarmente, estrujándome la mollera, y pienso que quizá sea interesante el mitin que anuncian a los cuatro vientos, y acercarme haciendo de tripas corazón, aunque escuche más de lo mismo, prometiendo atar canes con cadenas de oro o con suculenta longaniza; pues de sobra sabes de mi alergia, que no comulgo con tales pestiños o patrañas, es decir, los sonsonetes de guerra de siempre, el puedo prometer y prometo, tres cosechas de membrillos al año o como en el circo, un número más difícil todavía, o que el burro recite de memoria un poema de Alberti, “Se equivocó la paloma, se equivocaba/. Por ir al norte, fue al Sur…, no obstante, si asistiera, en la imaginación podría acariciar algo diferente, que me encuentro, por ejemplo, contigo en una acogedora sala de cine viendo la peli más bella del mundo, haciendo mudanza en la costumbre, principalmente por la chispeante curiosidad del evento en esta ocasión, tan novedosa e intrigante a la vez que se ofrece al ciudadano–dijo él.
   Con la llegada de la savia primaveral, los cuerpos se diría que resucitan y eclosionan de viva voz, alterando los pulsos o inoculando fervientes y vigorosas energías, al acontecer que tanto los capullos como los cerebros se abren de par en par en una ardiente carrera por llegar primero a la meta, exhibiendo lo oculto, lo más valioso y genuino, y empiezan a dar la cara, el fruto, exhalando íntimos aromas, misteriosos primores burlados durante el frío letargo de invierno o tras la umbría de los ramajes de máscaras que los protegen de alguna mano negra.
   Y en ese carrusel de ritos y rosarios interminables se mecían los efluvios de los más enmarañados pensares, y al poco de echar la caña de pescar o a andar por los peldaños del discurrir, si bien en minúsculas porciones, aunque firmes, despacio pero sin pausa, y sin el menor pudor, iban surgiendo gruesos cascajos y espinosos troncos arbóreos por la corriente tras el chisporroteo cerebral de sucia tormenta o de un envenenado elixir, que con tanto esmero se guardan a veces en el garito o en las grietas del criterio, y de pronto, en un abrimiento de boca, cual volcán en ebullición, embadurnan el paisaje de la pulcra mañana o el claro intelecto con lengua de fuego, empezando a emitir a raudales tóxicas esencias envueltas en lava.  
   -Oye, Amador, escucha un momento, creo que voy aprehendiendo las espurias emanaciones o predilecciones que tanto te subliman en este día gris para ir al bendito encuentro, vamos, ea, pues resulta que tirando poco a poco del hilo te delatan las más versátiles urdimbres, hechas con sutileza y a conciencia, como los preparativos bélicos de una gran batalla en la estrategia militar, y yendo al grano, que es de lo que se trata, doy por seguro que has quedado con alguien en el entreacto, y lo expones tan alegremente, con un morro que te lo pisas, haciendo la pantomima de ser lo más insigne e ingenioso que vieron los siglos, encumbrando tal empresa, como si los arúspices del mercadeo político fuesen el santo y seña de tu devoción y van a sacarte las castañas del fuego, atisbándose a todas luces que la fachenda no te ha podido salir más redonda, moldeada o propalada en mis propias narices, con los más nimios detalles, no dejando cabo suelto, como un film de suspense de Hitchcock, en el que el espectador queda engrifado con el devenir de la tramoya, circulando aturdido por las laberínticas secuencias, abducido con sutil maestría por las más escabrosas acciones.
  >>Y navegas con la coartada del acariciado encuentro de cadencia mitinera, columpiándose de manera un tanto solapada en las aguas concertadas de antemano por entre hábiles subterfugios mostrando ingenuidades o medias tintas, pero que sotto voce pueden transportar en el fluir del torbellino prendas íntimas disfrazadas entre los borbotones del oleaje, sacando en la superficie semblanzas de esplendoroso comportamiento con una doble personalidad, como don de ubicuidad, al poder reunirte con la pelandusca en el desplazamiento diseñado tan sigilosamente, escondiendo el rostro o la mano tras arrojar la piedra, y de pronto volar con la presa hacia el nido que se ha esbozado en un entente cordial ad hoc, camuflando con todas las de la ley las prístinas martingalas.
   -Uffff, uffff… ¡Cuánta lama aletea en lontananza!-farfullaba él.
   -Bueno, a ver lo que haces esta tarde…
   -Ah, descansar, o dormir y callar como la ratita presumida, o quizá caer por el precipicio, tomando notas en el mitin.
   -No lo entiendo, dejas todo entre alfileres, incluso lo más candente.
   -A ver, hurgando en la bola de cristal de la realidad, la sangría de la crisis se ha abierto en canal. La pobreza se ha cebado con los de siempre, y los de arriba vuelan cada vez más alto. ¿No crees que habría que enhebrar un pentagrama con nuevas batutas, nuevas escalas, que encarrilasen la materia nutriente, la acción solidaria entre gratos acordes, allegro, y transparentes trompetas y el proceder humano con honestas y sensibles notas en la garganta, en armonía con la deleitosa música astral?
   -No sé si cuando caigan las sombras sobre calles y plazas, dormiré tranquila esta noche, o seguiré en la cuerda floja, envuelta en las disquisiciones sobre las estrecheces de las criaturas después del esplendor en la hierba, yendo del palacio a la cueva, no sabiendo a qué carta quedarse o a qué santo encomendarse.
   -Parece que chirrían sobremanera las aguas vitales, corriendo el riesgo de enturbiarse por la erosión de los usureros buitres.
   -Resulta que las criaturitas sufren las penurias en sus propias carnes, con familiares o allegados, y se desfondan, desvaneciéndose sin remedio.
   -Entonces, es hora de levantarse, antes de que nos devoren los halcones financieros mientras dormimos.
   -Si los renglones torcidos se pudiesen enderezar con el arado, haciendo borrón y cuenta nueva, otro gallo cantaría.
   - Es incuestionable el carácter voluble e inestable de la fortuna, por lo que si los responsables del pastel global abriesen los ojos, advertirían de que el campo está minado por la metralla del maldito parné, pudiendo estallar el polvorín en cualquier momento, y en tal caso, el dicho popular lo atestigua, nunca digas de esta agua no beberé. Por ende, brindemos por que los gerifaltes echen a andar de una vez, ligeros de valijas y prebendas, llevando por bandera la justicia y la solidaridad en el mundo mundial. Ah, ¿y qué se hizo del mitin en el ágora?  

      




  

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