domingo, 28 de octubre de 2018

Escritura en acción en los jardines de la Cueva de Nerja



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                            Jaimito hiperactivo.
   Con la galbanitis que le entró a Jaimito de repente, no sabía cómo actuar ante tan extraño suceso, no pudiendo digerir el hecho de haber sido invadido tan tontamente por semejante corriente, fuera a todas luces de sus conocimientos y expectativas por mucho que se esmerase o le cambiara el cerebro.
   La semana anterior, sin ir más lejos, había acudido a un centro rehabilitador para tratarse la "hiperactividad", pero las atenciones recibidas, sabios consejos, masajes y demás ejercicios que llevó a cabo en las diferentes sesiones encaminadas a aliviar aquellos raros embolaos y desbordamientos de sangre rebelde que le azotaban de poco le sirvieron, ya que los hiperactivos ramalazos persistían con mayor ahínco si cabe, amordazándole sin piedad, impulsándole a dar saltos de rana o botes como una pelota por bulevares y callejuelas, oscilando su cuerpo como el péndulo de un reloj.
   Ahora se encontraba inmóvil, silente, dormido, yaciendo como un muerto, y alarmaba a familiares y amigos por temor a que fuese muerte súbita, ya que apenas respiraba, estando todo su cuerpo como una balsa de aceite, incrustándose de golpe en sus texturas una caterva de insectos voladores, que con el fuerte viento calentón fueron transportados probablemente descompuestos a tan rico panal a saciar el hambre.

2- Sin gafas y a lo loco.
   Lo tenía a mucha honra, y hala, se decía, ancha es Castilla, soñando con crear universos y más universos. Cogía y se ponía a pintar sin gafas y a lo loco intentando rivalizar con Velázquez, que por cierto le quitaba el sentido, haciéndolo todo por intuición.
   El proceso creativo no le había ido mal hasta la fecha, ya que había ganado no pocos concursos de pintura espontánea al aire libre allí donde había participado, ante el asombro de propios y extraños, pintando sin gafas (cuando no veía ni dos en un burro) y saltando como un simio, locamente.
   Esbozar los colores a lo loco le fascinaba enormemente, toda vez que llegado a ese estadío gozaba más que un niño chapoteando en los charcos.
   Hay que reconocer que no era para menos la hazaña, admitiendo que la creatividad en el fondo es un mar de locuras sin tregua, saltándose la lógica, lo trillado, y volar por los más exóticos picos o vericuetos atravesando pensamientos vírgenes, dejándose llevar rumbo hacia nuevos e inciertos mundos, paraísos virtuales entre las galaxias o el espacio exterior, siendo el leivmotive de incontables ríos de vena creativa, que serpentean alegremente por las majadas y oteros del cerebro, embaucando a todo bicho viviente, incluso a las fieras y aves del entorno con las ensoñaciones, así como a los aborígenes que van tal como los trajo Dios al mundo por tales parajes buscando algo que echarse a la boca, escarbando en las raíces de la tierra y de los árboles, buscándose la vida como cualquier hijo de vecino...

3- El bolso.
    Andrés venía del cortijo con unos amigos de meterse entre pecho y espalda unas ricas migas con los correspondientes tropezones y caldos, cuando al entrar en la autovía conduciendo avistó un objeto sospechoso colocado con sumo cuidado en la orilla de la vía, parecía un bolso de señora, llamando poderosamente la atención a todos los viandantes, y más aún por hallarse no lejos del lugar un vehículo estacionado con el motor en marcha, como si estuviese pendiente de lo que ocurriera, por si se acercaba alguien a recogerlo, dando no poco que pensar.
   Se podía elucubrar en semejante trance que contuviese en su interior pólvora con gran variedad de tornillos y utensilios contundentes para hacer el mayor daño posible, con un cable adosado al núcleo del artefacto para explosionarlo a distancia justo en el momento en que alguien se aproximara, o bien que hubiese estupefacientes del mundo del crimen allí abandonados por la presencia inminente del cuerpo policial.
   El misterioso bolso sembró el pánico causando no pocos quebraderos de cabeza, aunque hay que cantar victoria, dado que finalmente no hubo ninguna explosión que acarrease pérdida de vidas humanas, así como el respeto del medio ambiente, no sacrificando despiadadamente ingenuas lagartijas, o hileras de hormigas pateando caminos realizando sus labores de almacenamiento para el largo y duro invierno.     
                       








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