lunes, 19 de abril de 2021

Crónica sexitana o paisaje con figuras

Todo empezó con una copa de vino tinto en las Bodegas Calvente y las notas de una guitarra de fondo. Fue una charla informal entre barricas, al abrigo del vino y de los libros. -¿Me va a permitir una pregunta, señor Calvente, cómo se inició en la elaboración del vino? - Pues como casi todo en la vida, se empieza de la nada y paulatinamente se van incorporando sugerencias, elementos, saberes, uvas, experiencia y sensaciones provenientes de distintos puntos, sobre todo de donde ya se han asentado la confianza y la prosperidad comercial, como ocurre con el vino bordelés. - ¡Qué sorpresa!, me está usted traduciendo al español las sabias lecciones del inigualable vino de Burdeos. - En realidad no deja de ser un desafío montar una empresa de estas características en esta ubérrima tierra de aguacates, papayas, chirimoyas, mangos…, urgiendo estudiar al detalle los pros y los contras para no dar un patinazo a la vuelta de la esquina. - No cabe duda, le felicito por ello, y le adelanto que se confunden o interfieren mis orígenes con los del afamado vino que mienta. - Me está apuntando que coinciden las madres de las cepas, las copas y las piezas teatrales… - En efecto, le podría embalar una caja de ricas botellas de vocablos ensamblados con el mejor buqué y solera de mi tierra, que, aunque esté hecho de ferruginosas arenas en accidente geográfico, y no de barro, enarbola unos sensibles aires de mar y ostricultura acaso única en el mundo. - Perdone la osadía, me encantaría probar tales ostras, pero ¿me está sugiriendo que es un escritor? - No está bien que lo diga, pero a la corta edad de diez añitos, en la escuela del pueblo el maestro me designaba con el apelativo de poeta: la redacción tiene ribetes de poeta, apostillaba. Aunque yo no entendía nada de la trascendencia o el discernimiento de la sospecha. - Pues con el paso de los años el sombrero de hollejos de la uva va aportando al vino tinto color, aroma y sus taninos, mejorando el sabor al paladar. Y se supone que al igual que el currículo del vino, usted, a estas alturas de la vida, debe asimismo exhalar un buqué selecto, de gran cortesía, en los relatos y poemas. - Le diré que la batalla creativa la tengo ganada, y en lo referente al vino me va la botella con el epígrafe de Guindalera, la denominación de origen, pues quizá sea la que más armonice con los ritmos de mi música temática y métrica libre y burbujeante, que bulle en los corazones y hierve en el cerebro, incrustando las esencias de las tres emes, Mar, Mujer y Muerte, que es el vivir y el soñar más perspicaz y reconfortante. - Entonces, usted vive y escribe aquí en estos lares sexitanos, según se deduce de su conspicuo escanciar parlamentario. - Verá, por el Mare Nóstrum, no lejos de la Sirenita en playa Puerta del mar arribaron a la antigua Sexi los más diversos pueblos, si bien, con las vueltas que da el mundo, sic, nunca se sabe los intrincados enigmas que aguardan detrás de la puerta por las veleidades del destino. Y en el transcurso de lunas llenas y menguantes, del orto al ocaso, a buen seguro que yacen bajo estas aguas vestigios fundados de una Sexi atracada por hordas corsarias, que, empujadas por el hambre o un golpe de mar hacia cualquier parte bogasen perdidas por el mar de Alborán, y, perdiendo el vínculo del cordón umbilical de Oriente y el rumbo diesen de bruces en estas playas, y teniendo en cuenta que no disponían de las modernas tecnologías para calcular los mares –corrientes, mareas, vientos, reglajes-, y peor aún si se les asoció todo un ejército de famélicas bromas perforando la madera de la embarcación en medio de una furiosa tempestad. -Por su argumentario intuyo el rico acervo de hispanista que rezuma. -No tanto, señor, y me interrogo algo confuso cómo atemperar o contrarrestar las acometidas o bravuconadas de aquella tripulación durante la inquieta travesía, acaso echando mano de algún raro ansiolítico de herbolario con objeto de evitar o aminorar en lo posible los excesos o despendoladas orgías en el desnortado periplo, en que creyendo ir al norte, iban al sur, queriendo cada cual montar su numerito o bailar con la más sexi y, abrazados a la zozobra, embarrancaran en las rocas y salientes sexitanos, y cegados por el desconcierto cayesen exhaustos en brazos de Morfeo, y al despertar en tan tentadores parajes se sintiesen tocados por una energía tropical, y tras la frenética caída de las hojas y de las noches sin cuento se encasillaran allí, encariñándose perdidamente de la flora y la fauna o de alguna aborigen despertando en ellos un no sé qué, una atracción fatal o morbosa curiosidad. Y más tarde llegarían otros pobladores, atraídos tal vez por el aura y el espíritu aventurero al socaire de lo ignoto, conviniendo en perpetuarse por estos pagos el resto de sus días, y explotar las bondades de la Punta de la mona, Cantarriján, la playa del muerto, de San Cristóbal, Velilla, el Majuelo o la Galera, refrescándose en la blancura de las olas, recalando al fin en estas hospitalarias tierras harto contentos y felices. No obstante, se respiraba en el escenario no poca incertidumbre, si tras el abordaje harían una de las suyas perpetrando irreparables daños en el medio ambiente, o si por el contrario, se establecerían de manera pacífica y confortable en su regazo respetando lo autóctono, y en un futuro no lejano generar prósperas factorías con industrioso comercio –el garum entre otros-, y así sorprender al mundo conocido aportando los mejores frutos. -Mire, señor…, vislumbro que en la escuela no perdió el tiempo, enfrascado en mapamundis y venturosos viajes telúricos, pero dígame, por favor, ¿vive usted escribiendo o escribe para vivir? -Le manifestaré antes de nada que en los escritos soy reconocido por Guillermo X y Juan Bruca. Y bien, señor Calvente, debo remarcarle a propósito del fruto del dios Baco, quién contó con la ayuda de Sileno para plantar viñas, así como de las Musas para instruirse en el canto y la danza, que otro tanto acontece con la riqueza enológica al brotar de los veneros galos mediante el oportuno asesoramiento de la vitivinicultura. Y asimismo, siguiendo la estela del río Verde que riega la fértil vega sexitana, de la misma manera con las limitaciones precisas fluían las aguas líricas de EL Ventanal –revista cultural y literaria de Almuñécar-, que inundaba de sueños y frescor la vida con la colaboración de toda una pléyade de genuinos caballos de Troya, estrategia acertada sin duda, alguno con melenas de león, habiéndose dejado la piel en sus páginas, en las brisas ardientes del entorno, hilvanando innumerables y sugerentes aventuras con no poco talento. Y en ese pulular de plumas, concursos, premios, veladas en el Martín Recuerda, en el café de Mila, entrevistas radiofónicas, artículos periodísticos y revistas –como la invulnerable revista cultural Voces-, de esa guisa, unos, creadores de aquí, otros, de lejanas tierras, y todos en bloque se confabularon para aportar su granito de arena a tan noble causa, levantando una torre de palabras enlazadas sin necesidad de intérpretes ni más historias conformando un corpus artístico de primer orden, que se puede consultar o paladear en las redes, hemerotecas o en los más privilegiados rincones sexitanos. -Muy agradecido por su cortesía, señor Bruca, ah, por cierto, me podría reseñar los autores que más le han pellizcado en su mundo creativo. -A bote pronto le mencionaré tres nombres, Antón Chejov, por los magistrales relatos, como “La señora del perrito”; Malcolm Lowry, por la hondura de las creaciones narrativas, siendo un náufrago en la vida que vivía debajo de un volcán etílico, y sus ebrios versos, “La única esperanza es el próximo trago”…; y el lusitano Fernando Pessoa, que plantea el problema de la doble personalidad con un abanico de heterónimos, pseudónimos y ortónimos en su universo poético rebosante de filosófico e irónico escepticismo, y así destila el licor en sus versos, “Empiezo a conocerme. No existo/, soy el intervalo entre lo que deseo ser y los demás me hicieron” … “O no somos más que nuestras propias sensaciones”. -Y como cierre, perdone la intromisión, ¿podría decirme por qué le pone un diez a Guillermo? - Muy sencillo, monsieur Calvente, usted que es generador de felices alborozos y despierta las afecciones más placenteras ahogando los pesares y soledades de las criaturas lo entenderá pronto, pues le seré sincero, por redondear la dinastía del Príncipe de los poetas, Guillermo IX, y de esa suerte siga ella viva… -No quiero marcharme sin romper una lanza en favor del delicioso caldo, como dice el refranero, “el vino alegra el ojo, limpia el diente y sana el vientre”. -Señor, Calvente, le sugiero que tome una copita de vino con nueces y eche en el macuto algo de lectura, ¡ah!, y no lo eche en saco roto el consejo… En un día gris o trasparente, lo mejor tal vez sea tomar una copa de vino acompañado de un amigo o un buen libro que, con su magia, permita conocerse un poco más a sí mismo y a los demás, viviendo más vidas que un gato.