lunes, 26 de enero de 2009

El papel creador de la palabra






“Mientras el viento triste galopa matando mariposas
Yo te amo, y mi alegría muerde tu boca de ciruela.
Cuánto te habrá dolido acostumbrarte a mí,
A mi alma sola y salvaje,
A mi nombre que todos ahuyentan…”
Neruda

LE PAGABA EL DOBLE POR DARLE CONVERSACIÓN

LUIS MAGRINYÁ, nació en Palma de Mallorca en 1960, aunque desde 1982 vive en Madrid. Estudió Letras y Fotografía. Se dio a conocer al gran público gracias a la buena acogida que tuvieron sus dos primeros libros (ambos, volúmenes de relatos), los cuales, a su vez, le consagraron como un autor de cuentos importante en el panorama literario español. Años más tarde, en 2000, vio la luz su primera novela. Junto con su actividad creativa, ha sido lexicógrafo de la Real Academia Española y ha desempeñado una considerable labor de traducción (ha vertido al español obras de C. S. Lewis, Henry James, Jane Austen, Lyn Pan, Rudyard Kipling...)
Obras: Belinda y el monstruo. Argumento: ¿Puede el amor sustentarse en la más feroz de las desigualdades? Se interroga uno de los personajes de esta obra. ¿Es realmente amor lo que une a la bella con la bestia, a la idólatra con su ídolo, a la princesa con el truhán? ¿Puede una mujer ser amada y desdeñada a la vez por el mismo hombre? ¿O puede Narciso seguir amándose cuando el espejo está roto, y no le da imágenes de confianza? Estas trascendentales cuestiones conllevan grandes cesiones y sacrificios, martirios y oscuridades, principalmente para quienes temen dejar de ser lo que verdaderamente son; el amor influenciado por tales miedos se desentiende, se defiende, se desplaza, se aleja, suplantado por otro personaje siniestro. Contiene una humorada detectivesca al final, en la que un célebre criminalista descubre estados caóticos de moralidad. En esta obra aparecen varios rasgos a tener en cuenta como: maldad narrativa, ironía y sarcasmo, opuestos como traición y fidelidad, y la preocupación por conseguir la calidad literaria.
Intrusos y huéspedes, es un libro experimental, pero lejos de caer en la utopía. Escandaloso y familiar a la vez, habla de una crisis, y de los resultados, tejiendo un explosivo balance oscilando emtre la desesperación y la dicha, que provoca las expectativas de los lectores. Aquello que el lector crea que falta, necesitará preguntarse por qué lo echa e falta, y así rescatar para la lectura su intrínseco valor de la experiencia vivida.
Leer para reír, según Luis Magrinyá:
No me fío de la memoria, ni de la mía ni de la de las demás. Por otro lado, no creo en las revelaciones, en las epifanías, en los momentos fundacionales, en “la primera vez”. Dicho esto, supongo que alguno de los libros que más me removieron en la infancia fueron los de Kásperle, de Josephine Siebe, que aquí publicaba Noguer. Kásperle era un muñeco de guiñol alemán, al que despertaban de un sueño de 75 años. “¿Y qué hizo entonces?, preguntó una vocecilla. “¿Que qué hizo? Pues tonterías. Nada más que tonterías”. Kásperle era un glotón horroroso, su especialidad era poner caras de (ogro, de bandido) y detestaba a quien no creyera que estaba vivo. Una gran invitación a la identificación. Ahora sé que se había dormido en un mundo de opereta austrohúngaro, con grandes duques y tartas de ocho pisos, y había despertado justo después de la 1ª Guerra Mundial, cuando todo el mundo “había perdido sus ahorros”. Él mismo no era, en ese ambiente, más que una tontería. Tanto mejor. Los libros los descubrí con un par de amigos en la biblioteca del colegio: tenían bonitos dibujos a una tinta; nos gustaban por lo que eran y lo que contenían. Nos convertimos en unos iniciados, y nos tronchábamos.
Josephine Siebe (Leipzig1870-1941), periodista alemana y escritora de literatura infantil. Fue directora de revistas y suplementos femeninos. Creó varios libros en torno al personaje de Kásperle, un títere de guante que pertenece a la misma tradición que Punch y Judy o don Cristobita. Lo presentó como un títere animado, que procedía de una isla desconocida (Kasperlandia). El personaje es un zampón incontenible, tan amigo de las bromas que suele meterse en líos uno tras otro, pero nunca es violento, a diferencia de la tradición de los títeres de cachiporra. En la obra se percibe una clara nostalgia por la civilización del siglo XLX, más rural y menos mecanizada. Cuando apareció el libro “viajes de Kásperle” sorprendió a los lectores por su ternura y el realismo del mundo infantil.
Pasemos unos momentos al calor de Luis Magrinyá, desgranando su perfil literario en la novela Los aéreos:
“La verdad es que a mí me habían llevado a las playas, alguna vez algún fin de semana a otra ciudad, pero un programa de temporada en otro continente era realmente más de lo que yo había conseguido en mi país o fuera del él durante varios años. Sin embargo, de toda la noticia lo que más me impresionó fue la extraña forma en que me había sido comunicada. Me sorprendió que Miguel, en el curso de sus numerosas charlas, en las que salían a relucir tantas inquietudes y expectaciones, hubiese olvidado mencionar una primicia así de singular. Luego recordé que otras cosas tampoco me las había contado.
Cuando le vi, él ya estaba en antecedentes de nuestro encuentro, y se apresuró a explicarme que no había querido anuncia –ni gafar- acontecimientos todavía no declarados, pues según dijo, todo había ocurrido tan imprevisiblemente que lo que un día era tan sólo una promesa vaga había sido al siguiente un hecho consumado. En cuanto a que ella tuviese fijos, me acusó de que ya no le prestaba atención. Esto me molestó un poco: aunque el tema había empezado a aburrirme, no recordaba haberme aburrido tanto. Pero él lo decía sin darle importancia, como si fuese normal olvidarse, o como si la situación de su heroína hubiese llegado a un punto de popularidad sobreentendida, culminación de fases que no fuese necesario recordar. Aqueel día me pareció francamente alterado.
-Y bien, ¿con quién se ha ido? –inquirí.
-Eso es lo mejor de todo.¿Tú sabes quién es Coronados?
El nombre me sonaba, vagamente: quizá porque muchos nombres extranjeros se asemejan entre sí.
-¿Un actor? –dije, al azar.
-Es conocido como actor: ha interpretado algunos papeles en varias películas –explicó-. Pero en realidad su verdadera vocación es la de escritor: escribe obras de teatro. No muchas estrenadas, desde luego, ni muy suntuosamente –su modestia era casi una celebración-; pero ahora, con su éxito en el cine, tendrá su gran oportunidad.
Yo no iba mucho al cine y no ignoraba, por otra parte, que cada país tiene sus propias celebridades; pero con el mío, sin duda, nadie con estas características era famoso. Cuando me dijo que era norteamericano, me extrañé y supongo que se me escapó un gesto de incredulidad.
-Estaba aquí medio de incógnito –continuó-, preparando una obra. Solo y encerrado en un apartamento del viejo centro, respirando historia con que nutrir su imaginación. Ella se convirtió, creo yo, en una especie de obsesión.
-¿Se han visto tanto?
-En las últimas semanas, casi a diario. Él está interesadísimo.
Entonces empecé a barruntar lo peor.
-¿No le habrá hablado ella…? Quiero decir, no le habrá…
-¿…contado su historia? –completó él-. ¡Claro! Él está absolutamente fascinado por su personalidad. Por lo visto, le pagaba el doble por quedarse a hablar. Fue todo idea suya.
Yo no necesitaba esta última aclaración: si ella había accedido a contarle su vida, el mencionado individuo debía de ser o muy tonto o muy generoso, porque podría haberla conseguido gratis”.

Si te apetece, puedes continuar el relato de LM.

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