domingo, 31 de mayo de 2009

El papel creador de la palabra


“No tenemos tiempo de ser nosotros mismos,
Sólo tenemos tiempo de ser felices”. A. Camus


EL MURMULLO DE LOS DÍAS.


J. Seifert, poeta, único escritor checo en ser galardonado con el Premio Nobel de Literatura, nació en Praga el 23 de septiembre de 1901 y murió el 10 de octubre de 1986 en la ciudad que le había visto nacer. La gran atracción que sobre él ejercían el periodismo, la literatura y la poesía le indujeron a dejar inconcluso el bachillerato. La trayectoria artística de Seifert está jalonada por poemarios que abarcan diversas corrientes poéticas, estilos y épocas, habiendo empezado en 1921 con la publicación del libro de poemas "La Ciudad en Lágrimas".
Tras haberse iniciado en la poesía como poeta proletario, pasó por la etapa del poetismo hasta llegar a una creación en la que predominaban los poemas profundamente líricos y melodiosos, de los que cabe destacar "Manzana del Regazo" y "Las Manos de Venus", en los que Seifert plasma su asombro por la belleza del mundo. También la belleza de Praga entusiasmaba al poeta, que dejó constancia de la misma "tal como él la veía- en los poemarios titulados "Vestida de Luz" y "Puente de Piedra".
De mención es digna también la prosa de Seifert, en la que destacan dos libros de historias y recuerdos: "Astros sobre el Jardín del Edén", de 1929, y "Todas las bellezas del mundo", publicado por primera vez en 1981 en la ciudad canadiense de Toronto por la legendaria editorial del exiliado escritor checo, Josef Skvorecký, y por segunda vez en 1982 en Praga, aunque después de sufrir los cortes impuestos por la censura comunista. No menos importante es la obra de Seifert-traductor: al checo moderno vertió, entre otros títulos, "Cantar de los Cantares", de Salomón.
En reconocimiento a su obra, la Real Academia Sueca otorgó a Jaroslav Seifert en 1984 el Premio Nobel de Literatura.
Recordemos unos fragmentos de su obra En el sillón:
“Se casó el poeta Halas, hubo muchas celebraciones y el joven matrimonio de Frantisek y Libuska Halas por fin se reunió. Halas escribió más de doscientas cartas amorosas a su novia. Era un gran amor. ¡Las cartas están aquí! El matrimonio encontró una casa modesta, pero acogedora, en el barrio de Vinohrady, en la calle Kourimska; y el joven arquitecto Heythum les diseñó un interior moderno. La biblioteca ocupaba una gran parte de la pared de la sala donde nos solíamos sentar. El matrimonio Halas era generoso y su puerta estaba siempre abierta de par en par. Cada día venía alguien, a veces nos juntábamos cinco o seis. Dos visitantes acudían con frecuencia: el dibujante Frantisek Bidlo y el poeta Josef Palivec. El primero vivía cerca de ellos, en Vinorhady, y el otro a la vuelta de la esquina. Halas tuvo que aguantar mucho de sus invitados por culpa de su sillón de poeta. Con buena intención, el arquitecto le diseñó un sillón moderno y cómodo que llamó “de poeta”, porque en el respaldo de los brazos había fijada una tablita blanca de cristal y al lado un lápiz. Según el arquitecto, Halas tenía que sentarse en el sillón, pensar en el poema y enseguida apuntar cómodamente la idea del momento y el verso. Según me acuerdo, Halas nunca se sentaba en su sillón de poeta. Al menos no lo hacía delante de nosotros. Le disgustaba el sinnúmero de chistes con que los invitados solían agasajarle. Y no sólo los invitados. La noticia del sillón de poeta llegó al público y el sillón se convirtió en un término de burla. . Halas lo aguantaba a duras penas. En cambio, Frantisek Bidlo, amigo íntimo de Halas, se sentaba con predilección y elegancia natural en el sillón. Sus palabras solían ser bastante venenosas, pero Halas quería sinceramente a Bidlo y le disculpaba con generosidad; Bidlo dibujaba a menudo a Halas; y sus dibujos, sobre todo los que había hecho sólo en presencia de los de la casa, no eran nada amables. ¡Pero es que Bidlo era así! –Tenía la nariz respingona –decía de Halas-, y es fácil pintarlo. Y también le gustaba dibujar a su mujer Bunka…(.). Cuando Bidlo quería hacer enfadar a Halas, la dibujaba por ejemplo en el cuarto de baño besándose con uno de sus amigos. Pero cuando ella misma se molestaba porque Halas había abierto unas cuantas botellas de vino, la dibujaba empinando el codo. Eran bromas inocentes y, a pesar de las protestas de Halas, Bidlo rompía sus dibujos alegremente. Tenía un sinfín de ideas graciosas y alegres. Y a veces también bastante maliciosas”.
PROPUESTA: continuar la narración de JS.

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