jueves, 9 de julio de 2009

El papel creador de la palabra






EL CUERO SUYO OSCURECE LA NIEVE

“Hirióme de esta dueña saeta envenenada/
atravesóme el alma, allí la tengo hincada”.
Arcipreste de Hita, LBA.
La celestina.
Durante muchísimo tiempo la primera voz, eternizada en literatura, que registraban los textos españoles era una voz épica. Se había perdido o no hallado el testimonio al despertar a la vida que es el amor, y los balbuceos literarios comenzaban con el verbo de un juglar, que recitaba por plazas y salones los cantares de gesta, que trataban de caballeros, guerreros, luchas, espadas y celadas. La mujer, el amor, no estaban de moda o no había llegado su hora, por considerarlo ajeno a su quehacer literario.
Pronto aparecen las jarchas con las moaxajas, en donde se da entrada a los enamorados; luego le siguen, el mester de clerecía, el Arcipreste de Hita con el libro del Buen Amor, donde cita a Aristóteles: “Como dice Aristóteles –y es cosa verdadera-/ el hombre por dos cosas trabaja: la primera,/ por tener mantenencia, y la otra cosa era/ por poderse juntar con hembra placentera”.
Y ya en el siglo XV la obra de Fernando de Rojas, La Celestina, ofrece la pasión del amor físico entre Calisto y Melibea, a quienes las circunstancias no permiten una relación pública: para entablar relaciones se valen de los servicios de una vieja, Celestina, que explota su amor y lujuria. Los personajes pertenecen a dos mundos: el de los señores y el de los criados. Al primero: Calisto, Melibea; y al segundo: Pármeno, Sempronio y Lucrecia, además de las prostitutas –Areúsa y Elicia- y por encima de todos destaca la figura de Celestina
Recursos literarios. Emplea expresiones retóricas, interrogaciones, amplificaciones, similidacencias; antítesis: secreta causa/ manifiesta perdición; introspección de Calisto, confesión y reflexión sobre la fugacidad del placer, y la estimación social perdida; expresión culta del lenguaje en contraste con lo coloquial, caracterizando al personaje por su rango socioeconómico y cultural.
Veamos un fragmento de la inmortal obra, un monólogo de Calisto, acto XIV: “ ¡O mezquino (desdichado) yo! ¡Cuánto me es agradable de mi natura la solitud y silencio y oscuridad! No sé si lo causa que me vino a la memoria la traición que hice en me despedir de aquella señora, que tanto amo, hasta que más fuera de día, o el dolor de mi deshonra. ¡Ah, ay!,que esto es. Esta herida es la que siento, ahora que se ha resfriado, ahora que está helada la sangre que ayer hervía; ahora que veo la mengua de mi casa, la falta de mi servicio, la perdición de mi patrimonio, la infamia que tiene mi persona de la muerte que de mis criados se ha seguido. ¿Qué hice ¿ ¿En qué me detuve? ...(.). ¡O mísera suavidad de esta brevísima vida! ¿Quién es de ti tan codicioso que no quiera más morir luego, que gozar un año de vida denostado y prorrogarle con deshonra, corrompiendo la buena fama de los pasados? Mayormente que no hay hora cierta, ni limitada, ni aun un solo momento. Deudores somos sin tiempo, continuo estamos obligados a pagar luego (enseguida). ¿Por qué no salí a inquirir siquiera la verdad de la secreta causa de mi manifiesta perdición? ¡O breve deleite mundano! ¡Cómo duran poco y cuestan mucho tus dulzores! No se compra tan caro el arrepentir. ¡O triste yo! ¿Cuándo me restaurará tan grande pérdida? ¿Qué haré? ¿Qué consejo tomaré? ¿A quién descubriré mi mengua (desdicha)? ¿Por qué lo celo (oculto) a los otros mis servidores y parientes? Tresquílanme en concejo, y no lo saben en mi casa. Salir quiero; pero si salgo para decir que he estado presente, es tarde; si ausente, es temprano. Y para proveer amigos y criados antiguos, parientes y allegados, es menester tiempo, y para buscar armas y otros aparejos de venganza...(.). ¿Pero qué digo? ¿Con quién hablo? ¿Estoy en mi seso? ¿Qué es esto, Calixto? ¿Soñabas, duermes o velas? ¿Estás en pie o acostado? Cata (piensa) que estás en tu cámara...(.). ¡O mi señora y mi vida! Que jamás pensé en tu ausencia ofenderte...(.). Ni quiero otra honra ni otra gloria, no otras riquezas, no otro padre ni madre, no otros deudos o parientes. De día estaré en mi cámara, de noche en aquel paraíso dulce, en aquel alegre vergel, entre aquellas suaves plantas y fresca verdura. ¡O noche de mi descanso, si fueses ya tornada!”.
PROPUESTA: continuar el monólogo del texto.

No hay comentarios: