Ella empezó a bucear como por instinto, a hacer piruetas, el muerto, o a
exhibir el busto vociferando, arrojando a Adán chinillas, melocotones,
naranjas, algarrobas, pero ni por ésas, seguía con los ojos cerrados a cal y
canto, aunque de cuando en vez se le abriese la boca, como si le apeteciera
tomar alguna fruta, o echar un trago de agua por la sed o tal vez un mojito, y
mientras tanto, Eva jugaba alegre en el agua, haciendo blancas pompitas, y
nadaba perdiéndose por las corrientes que de vez en cuando se formaban por los
zarpazos de unos cucos cocodrilos que se ocultaban tras los ramajes de los
sauces, y viendo que Adán no resollaba, no estaba por la labor, le arrojó una
buena piedra, dándole en el ojo , quedándose patidifuso, totalmente a oscuras,
y, reaccionando, alargó la mano, apenas sin darse cuenta, y tropezó con una
hermosura de manzana que acaba de caer del árbol, y se la lanzó dando en el
culo (diente por diente), y farfullaba para sus adentros, ahora te aguantas,
querida, y recuerda que esta noche no pegas ojo.
sábado, 24 de agosto de 2013
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