Guion.
1 En la residencia de
ancianos.
(Escena en el comedor. Alguien viene sin dientes. Se oye la canción de Manolo
Escobar, “Mi carro me lo robaron”. Algunos vienen con los pantalones al revés,
un pañuelo rojo al cuello, como en los sanfermines y ayudándose con muletas)
Juan
Oye, tío, pues no que me veo corriendo en los Sanfermines, delante de un
toro negro zaíno por la calle de Estafeta. Bueno, yendo al grano, que aún no he
perdido las coordenadas, ya quisieras ser el perjudicado, me imagino, el hombre
del carro ése.
Andrés
(Con el cigarrillo entre los dientes
ennegrecidos por el vicio, masticando pensamientos)
¿Te
refieres a mí? Cada loco con su tema. A propósito, me viene una frase
lapidaria, la vida es corta y la esperanza
larga.
Juan
A quién si no me dirijo, si estamos los dos solos, o acaso te pase como
a las ingles y los sobacos que querrían estar en otros sitios.
(Las corrientes de los ríos arrasan los campos de la memoria, como las
vidas, con las lluvias de otoño, y se meriendan las siembras cerebrales como los
colegiales en la verde pradera de pic-nic, mordisco a mordisco).
Andrés
Olvidaste mis correrías en mis tiempos de esplendor por las principales ferias
de ganado de la comarca, todo un trotamundos, incansable. Lo mismo mercaba un
jumento, un pony, un mulo o un caballo o vacas suizas, de buenas ubres, que luego
me agenciaba para sacarles pingües beneficios.
Juan
(Con guasa y abundantes dosis de picardía en los labios)
Pero nunca, que se sepa, tuviste carro, como en la canción, y con qué
ligereza lo deja caer el cantante, como si estuviese al alcance de cualquiera
en los años del hambre; hombre, en el norte de España, todavía…
Andrés
(Poniendo los puntos sobre las íes)
2- No te creas, aquí, en Andalucía, por
terrenos llanos, algunos había en extensas dehesas y latifundios o en vastos cortijos.
Me da la impresión de que no saliste del pueblo ni para hacer la mili. ¿Te
libraste por alguna zarandaja?
Juan
Estoy hoy de malhumor. Un
envenenado alacrán se me clavó en la espalda y veo las estrellas al menor
movimiento.
Andrés
En
tales casos, lo mejor unos ungüentos tibetanos, es un remedio divino, te lo recomiendo
por propia experiencia. Pues te veo mal, macho, con lo presumido que tú eras.
Juan
No me tires de la lengua, viejo carcamal, sabes que atisbo briznas de
alzhéimer en tus devaneos y dictados.
Andrés
Que sepas que de memoria ando fenomenal; por las lagrimillas de San
Lorenzo pedí unos deseos, y deseé recuperar algunos secretos de la mocedad, y
no lo que tú maliciosamente elucubras, y pedí algo muy importante para mí, pero
no te lo voy a decir. La memoria histórica y biográfica junto con la parafernalia
sexual no me falla, ¿qué piensas tú? A propósito, quieres que te cante alguna
coplilla de entonces, a ver, “¿Que tiene la zarzamora /que a todas horas/ llora
que llora por los rincones/, ella que siempre reía/ y presumía de que partía
los corazones?//...
Juan
(Hurgando en las emociones y los recuerdos)
No sigas que va a llover. Me apuesto lo que quieras, muchacho, la
pensión del mes, si cuando moceabas te comiste alguna rosca. Piensa despacio, si
logras concentrarte, vamos a hacer memoria, no te acuerdas cuando estábamos en
la escuela, y al llegar el recreo bajábamos los peldaños de la escalera de cinco
en cinco para coger in fraganti a las niñas meando en el descampado, que se encontraba
cinco bancales más abajo, y nos apostábamos, como los soldados norteamericanos en
las películas al paso de los indios, en una especie de emboscada, pendientes de
cuál echaba el caliche más largo y sensual, no lo recuerdas, cabeza de chorlito…
Andrés
Qué me vas a contar a mí de todo esto, si recuerdo que siempre llegabas tarde
al matutino festín.
Juan
Come y calla, zascandil. Se te ha caído la prótesis de arriba, coño. Como
no espabiles hoy te quedas sin desayuno.
3- (Llegan los encargados del comedor y retiran
raudos todos los enseres, y a continuación llevan a los ancianos a los
respectivos aposentos, sin no pocas protestas, porque no tuvieron tiempo para terminar
la faena).
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(Ahora se encuentran en el salón de estar, y en esos momentos sale por
la tele la célebre serie de Bonanza, con el pegadizo estribillo de la melodía,
anunciándola)
Juan
(Se le encienden los ánimos)
Bobadas. Es que comulgas con ruedas de molino. Eso es ficticio,
tontorrón. Es la caja tonta. Son patrañas del celuloide.
Rosaura
(Con un pañuelo de colores pitiminí, de los tiempos de Maricastaña,
dirigiéndose a Juan).
Anda ya, cavernícola…no presumas tanto de macho.
Juan
Me recuerda, verás, aquella especie de chascarrillo o algo así como una nana
que tarareaba mi abuela, “don Melitón tenía tres gatos, que les hacía bailar en
un plato, y por las noches les daba turrón, que vivan los gatos de don Melitón”.
Andrés
(Un tanto reflexivo e inquisidor)
Sabes una cosa que echo de menos en la vida, el no haberme tocado una
pareja con la que haber podido desplegar las alas y volar y volar, hablando de lo
que fuese, incluso de sexo, abriendo el pico y picotear en las bolsas más
burdas, de basura o de lo que se tercie, como el flamenco, por señalar algo, o sobre
cuestiones estéticas, morales, fisiológicas o escatológicas, con toda la naturalidad
del mundo, como brota el agua del manantial.
Rosaura
(Con los ojillos bailándole en los globos oculares, aclarando
perspectivas)
No seas bobo, y no caigas en frivolidades, amigo mío. Verás. Una
servidora no tenía tiempo para aburrirse ni padecer semejantes advenimientos o torpezas,
tenía la casa por barrer, los cuatro retoños, la comida, la compra, la
limpieza, mi esposo, que en gloria esté, aunque en casa no daba un palo al agua,
y un sinfín de compromisos sociales, pésames, bautizos, bodas, rosarios,
novenas, visitas, etc., y qué recibía a cambio, eh, pues dolores de cabeza o
crujidos en la espalda, o desplantes como los toros en la plaza, pero soportaba
todo el castigo, espero que Dios me lo tenga en cuenta.
Juan
4- Oh, las reivindicaciones pendientes. Tu
nombre me encanta, Rosaura, me transporta a un mundo idílico, a un auténtico edén. Las flores son mi debilidad, con
estambres, cáliz, corola, androceo, gineceo y el polen, pero me subyuga sobre
todo la rosa, como a los poetas, y mira por donde el tuyo, a buen seguro que
deriva de la rosa, con todo su fulgor, R-o-s-a-u-r-a, con el repiqueteo de
vocales, y la onomatopeya de las erres en un plenilunio romántico.
Rosaura
Vaya, hombre, buena la tenemos. Se te olvidó la coplilla, lo que no es
de extrañar a ciertas edades, con gotitas de demencia senil, la estaba ya esperando,
pero puede que sea, “SI tú me dices ven, lo dejo todo, si tú me dices ven, será
todo para ti”…, no te fastidias. Vamos, que una tonta no es, pero una cosa sí,
me arrepiento de no haber libado el néctar de las flores del bosque.
Andrés
Con que mariposeando. Qué dices, qué exagerada. No se trata ahora de
poner en entredicho la monogamia, bendito sea dios; sin embargo, me parece que sería
bueno elevar el nivel mutuo del respeto, la comprensión y la cordura en la
pareja, y tensar la cuerda por los dos lados.
Juan
Dejaos de pamplinas, no sabéis por dónde va el mundo, y no saquéis los
pies del tiesto. Aquellos músicos de entonces nos nutrían con sus sones el
espíritu, nos oxigenaban y saciaban el hambre, al sonar los discos dedicados en
la radio, por los cumples o por San Valentín, la fiesta de los enamorados, aquellas
chispeantes canciones traían en el pico aires frescos de primavera en mitad del
hastío ambiental, entre el clamoroso silencio sepulcral; canciones llenas de
emociones como, “Que se me paren los pulsos/, si te dejo de querer/. Que las
campanas me doblen/, si te falto alguna vez/. Eres mi vida y mi muerte/, te lo
juro compañera//… O aquella otra que dice, “Siempre a la verita tuya/, siempre
a la verita tuya/ aunque yo por ti me muera/. A tu vera, a tu vera/, siempre a
la verita tuya//…Resulta que la música pellizca, muerde el sentimiento de las
criaturas, afloja los nudos del corazón, alegra el alma, especialmente en aquellos
tiempos de juventud, cuando nos reíamos del mundo, y gobernábamos nuestras naves,
viviendo a la pata la llana, a nuestro libre albedrío, navegando de aquí para
allá, en cambio ahora, aquí en la residencia mustios, atados, en esta jaula de grillos
y desguaces, aunque fuese de oro, que no la es, como cobayas enlatadas…
Rosaura
(Con desparpajo y muy en sus cabales)
Pues en lo que a mí respecta, una servidora ha disfrutado a su aire todo
lo que ha querido. Limpiaba el altar de la iglesia, el cáliz, los hábitos del
párroco y los utensilios sagrados, haciendo hincapié en que la sacristía para
mí, cruz y raya, porque allí campaba por sus respetos el sacristán, que rumiaba
los oscuros sones de enterrador, ya que infundía la imagen de cuando en los
entierros se le desencajaba la boca y los ojos, y le palpitaban las sienes al
entonar la oración fúnebre del “Pati noster”, qué miedo me daba, y llegaba el
más difícil todavía con el Amén, la traca final, en que despanzurraba su
garganta, semejando los estertores de la muerte, el probe de Feberico, como lo
llamaban los parroquianos. Pues sí, aunque digan con sorna que Rosaura, tan
guapa y garbosa como yo era, que por cierto me casé y tuve familia numerosa, se
diga de modo tendencioso por deslenguados, que me quedé para vestir santos, no
es así, me siento muy orgullosa por mi labor. Tengo fe plena en el más allá, en
que llevaré la recompensa, no lo dudo, después del breve viaje por este valle.
Juan
Bueno, no se me ocurre nada al respecto. Es cuestión de fe. Estoy
perdiendo los pulsos, el sentido de la orientación. Pardiez, no puedo mover esta
pierna, coño, estoy cojo, me siento como un trasto viejo, una colilla de las
que recogíamos en la puerta del bar para liar el cigarrillo, y mastico recuerdos de las descalificaciones que
nos endilgaba el progenitor, que en paz descanse, y siempre con el usted por
delante, como en la mili con el sargento, que nos tildaba entre grito y látigo
de inútil, ¡ eres un inútil, un mala
sangre, un vago!, no mereces el pan que comes, te pareces al parásito de tu
tío…y otras lindezas. O sea, que para nuestro padre éramos el ser más indigno y
despreciable del mundo mundial, incluso inferior a las bestias, siendo tratado
como otro Segismundo encerrado en la torre exclamando, ¡Ay mísero de mí, y ay
infelice!/, apurar, cielos, pretendo/ ya que me tratáis así/ qué delito cometí/
contra vosotros naciendo/; aunque, si nací, ya entiendo/ qué delito he
cometido//…
Andrés
No te fastidias, vaya ocurrencias, eso te pasaría a ti, pero los demás
hemos tenido una familia respetable, que trataba a los hijos con delicadeza, y
no existían aún las organizaciones protectoras de hoy día. Hay que reconocer
que unos vivían mejor que otros. Unos, a matahambre, emigrando, y otros nadando
en la abundancia. Hay gente que tiene mucho mérito, que se ha esforzado al
máximo para salir del hoyo, aplicándose al estudio para labrarse un porvenir.
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(Llega el sacristán de súbito, como la muerte, y dando trompicones por
los hoyos de la calle, para un entierro en una fría tarde invernal)
El
sacristán
Venga, Virtudes, ya estamos aquí, dónde tienes a Bartolo amortajado, que
está don Marcelo esperando en la puerta con el hisopo en la mano echando
chispas, vamos que se hace de noche y los caminos son peligrosos y podemos caer
en la fosa antes que el muerto al menor descuido. Ea, empiezo la oración
fúnebre, “Pati noster”… (El humo del tabaco lo envuelve todo y se mueve como
las negras nubes en una tormenta, y las toses de los presentes presionaban las gargantas
y ahogaban la tarde en un crepúsculo turbio e inane).
Juan
Rosaura, y a todo esto, pienso que a buen seguro que conoces el
comportamiento de los animalillos en los campos o en el corral haciéndose
carantoñas, y digo yo, qué me dices de las 6-partes femeninas, el himen o el clítoris,
porque no creo que lo confundas como el del chiste, cuando iba uno por la calle
y vio un letrero en el bar que decía, “una caña y hacer el amor un euro, y sin
más rodeos entró a indagar y le contestaron que sí, que todo muy bien lo del
anuncio, pero que no había clítoris, y entonces responde el cliente un tanto
aturdido, vale, pues que me pongan una Heineken”… y en la mujer ya se sabe, y
no sé si persiste el tabú…porque las semillas de las plantas y las flores del
campo lo perfuman todo, y tú más si cabe por tu nombre…
Rosaura
Oye, deslenguado, un viejo verde lo que eres, parece que la enfermedad
senil te engarrota de manera galopante, pues ya frisas los noventa, y te mueves
en la cuerda floja, recórcholis, a mí me hablas del cáliz del altar, de la sagrada
hostia, la extremaunción, que ya te va haciendo falta…que son los garantes del
más allá.
Juan
Entonces no hubo ningún desliz en la vida activa.
Andrés
En los avatares de la vida, a veces, las cañas se vuelven lanzas. Al
parecer, al crecer, al igual que la planta busca el sol, las criaturas buscan
por inercia un ser, una pareja con similares gustos y apetencias, hasta el
punto de volver a revivir las escenas o roles de los ancestros, del periplo de
navegación por el mar de la infancia.
Juan
No sé si al final, va a ser que conforme al abono de la planta, así
echará el fruto, el semen que se siembre.
Rosaura
Yo tuve un novio que sólo pensaba en las domingas, los senos, le
sobraban los ojos, la boca o los labios…, puede que en el subconsciente
tarareara la canción del carro o de la carreta, de que más tiran dos… que dos
carretas; y yo le espetaba en ciertas ocasiones, ¿es que de bebé sólo bebías,
tío, leche de burra?
Andrés
Las personas tropiezan dos veces en la misma piedra como si tal cosa,
quizá porque la ceguera humana es muy atrevida y enreda las neuronas…
Juan
Tal vez el compañero de celda de esta prisión, a la que llaman
residencia de ancianos, haya pasado por ese trance… Ahora no le es posible
patear atajos o trochas, ya que permanece amarrado al duro banco, como todos
nosotros, entre las rejas de estos sordos muros, arando pensamientos a través
de los lúgubres pasillos, sorteando meandros fantasiosos, y apenas se es
consciente de nada. Mira esta foto, Simón, ¿sabes quién es? ¿te reconoces ahí?,
despacio, 7-pues eres tú, te la hiciste el día de la boda de tu hijo Nico, en
la famosa venta de don Quijote, cerca de la ciudad manchega, haz memoria.
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(En el geriátrico. Un reconocimiento
rutinario de la tercera edad)
El doctor
A ver Juan, muéstrame el aparato urinario, el pene, hombre, lo que te
coges cuando vas al lavabo. No, eso es el pañal, a ver, dóblate hacia el otro
lado, ahora mejor. Ahora las vías respiratorias. A ver esos pitos. Cómo te
trataron los duros años de fumador. Respira hondo, pero suave; ahora tose con
energía, como cuando estabas en la mili, pero no me escupas, saca la lengua,
no, la lengua, que parece que se la han comido los ratones, así…estupendo.
A ver, el siguiente, que pase el siguiente…otro…otro…otro…
Y así transcurre la existencia. Y cabe
preguntarse, ah de la vida, ¿y nadie me responde?
Y una vez que se ha comprobado lo pronto que se baja el telón, que se va
la vida y viene la muerte, tan callando, urge abrir los ojos y aplicar la
sentencia, “es más importante llenar los
años de vida que la vida de años”.
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