Es afilada y estrecha,
Como una lengua de acero,
Aunque entre lengua y navaja
Hiere la navaja menos.
Reptil es que manejado
Por otra igual de odio lleno,
Se alimenta en las entrañas
De sangre siempre sediento.
Amiga del asesino,
La diestra del caballero,
Jamás defendió con ella
Ni su honor ni su derecho;
Y en cambio brilla en la faja
Del rufián y del flamenco,
Del chulo, del desalmado,
Del pincho y del bandolero.
Es la espada a la navaja
Lo que es valor al miedo;
Lo que es la virtud al vicio,
Lo que es lo noble a lo abyecto.
Oculta, callada y fría,
En la lucha cuerpo a cuerpo,
Sin que la espere el contrario
Aparece en el momento
Preciso para clavarse
Traidoramente en el pecho.
Llena de orín se ve siempre
De la Audiencia en los procesos,
Y tiene con las ganzúas
Y las mordazas su puesto;
Del cojo, del manco o del tuerto;
Y su esgrima la enseñaron
Los afamados maestros
Que orgullo de las tabernas
Y de las prisiones fueron.
En su alcurnia muy antigua
Y muy rancio abolengo;
La ejercitaron matones…
De ya muy lejanos tiempos
Porque un matón sin navaja
Es un matón incompleto;
Y los Percheles de Málaga,
Las Ventillas de Toledo,
La plaza del Potro en Córdoba,
De Segovia el Azoguejo,
La Rondilla de Granada,
Y otros mil sitios diversos,
Altas universidades
Y muy ilustres colegios,
Y catedráticos sabios
De la navaja supieron.
Y su gloria fue aumentando
En nobles casas de juego,
En tascas muy principales,
De altas hazañas templo.
Es superior a la espada
Porque cabe hurtar el cuerpo,
Preferible a la pistola
Porque asesina en silencio;
Y en los puños escondida,
Con un solo movimiento
Trueca en sentencia de muerte
Quizás un abrazo de afecto.
Del puñal se diferencia
Por su carácter plebeyo,
Porque éste es aristocrático
Y aquella nació en el pueblo.
Sólo una vez manejada
Por majos y por
chisperos
Supo en Madrid elevarse
A la Patria defendiendo,
Brillando al sol en la lucha
En contra del extranjero,
Frente a frente y pecho a pecho,
Y fue entonces Albacete
Tan noble como Toledo.
Al abrirse charrasquea
Con sonido siniestro,
Y al brillar como el relámpago,
Hiere como el rayo a un tiempo.
Es del elevado arte
Del tatuaje instrumento,
Y a las llaves sustituye
Las cerraduras rompiendo,
Los tornillos desarmando
De oro a caza o de secreto.
Y aunque afilada y estrecha
Como una lengua de acero,
Espanta sólo el mirarla
O inspira quizás desprecio
Entre ella y la lengua infame
Que va sátiras vertiendo
Y culmina propagando,
Y que inocula el veneno
Que elabora la impotencia
Con la envidia en mutuo acuerdo,
Sin dudar ni un sólo instante,
A ojos cerrados prefiero
La navaja, que aunque innoble,
Hiere y mata mucho menos.
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