A igual trabajo, igual salario,
Es lo menos que se les puede exigir
A los
mandamases del empleo
Y a los
gobiernos de turno,
Ya que tan
operarios son los unos
Como las
otras
En la feria
de la oferta,
Las
vanidades y la demanda laboral.
¿No basta, acaso,
con los guiños pendencieros
O, a veces, el
maltrato visceral,
El desmantelamiento
de empresas
O los vergonzantes paraísos fiscales,
O el dinero
negro del ERE
Amasado en
el colchón,
Mirando para
la masía o
La mandorga
del omnipotente,
Alimentando tics
raros, misóginos
Y la galopante penuria según los géneros,
Hurtando a ellas la protección legítima
A carrillos
llenos, dejando las arcas
De l@s
currantes vací@s, tiritando de frío
En medio de
la nieve,
Sin un euro
ni abrigo, y sin que les llegue
La camisa al
cuello ni para fin de mes?
Pero ¡sí! la
soga para bajar el telón de los días,
Pagando el impuesto
revolucionario
De la
dolorosa existencia,
Representando
la macabra danza de la muerte
En el
vientre de la más desolada
Hambruna, a la
intemperie, sin cobertura
Alguna, ni plato
que llevar a la mesa
Ni bocado
para los sentidos o el placer,
A fin de sobrellevar y acallar
De la mejor
manera
Los tiernos y
exasperados gritos
De la prole
en lo más indispensable
Y la pareja
cómplice, pudiendo mirar al frente
Con la
cabeza bien alta
Orgullosa de
sus hazañas
Y conquistas,
sintiéndose mujer realizada
En pro de la
Humanidad, con una vida
Más justa, sana
y, de una vez por todas,
Más humana.
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