lunes, 8 de diciembre de 2008

Compro oro


Deseo comprar un reloj de oro y arrojarlo al mar con la esperanza de que cuando pase el tiempo se le olvide el tiempo, desconozca tal concepto, o lo confunda y se vuelva loco, de modo que al marcar la manecilla aparezcan lustros por horas, centurias por meses, o eras por minutos, y no siga el ritmo impuesto por el verdugo. Compro oro, todo el tiempo del mundo.
Es preciso lavarle el cerebro. Grabar un nuevo programa con los siguientes puntos: que desobedezca las instrucciones de su ordenador a bordo y tire por la calle de en medio, que contenga un tiempo sin tiempo, que lleve una vida sana sin calendarios ni años bisiestos, y se abroguen con urgencia los calendarios romanos, islámicos, chinos, mayas, y, por qué no. el Zaragozano, con sus quisquillosas y puntuales témporas.

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