lunes, 22 de diciembre de 2008

Tripas


Aciagos esbozos luchan en el cerebro cuerpo a cuerpo contra el sensible aliento, cimbrean las lanzas nerviosos, y con inquina asaltan las entrañas de la fortaleza, las vivencias, inyectando ulcerosa insulina al volver a casa. Los cimientos de la siembra ceden, corren el riesgo de desplomarse antes de que los brotes se familiaricen con las capas habitables, que configuran la hechura humana.
Bueno será, si circula la sangre de la cordura por las venas, centrarse y arrinconar los cascajos amontonados contra la pared mientras llega el forense, y perforar la carpa envolvente, a fin de que los sabuesos infiltrados no se salgan con la suya.
Ciertos golpes bajos no se vislumbran arriba en la pantalla así como así, pudiendo catapultar a la inmensidad del abismo el alma de la agenda, y arrancar las vívidas raíces impregnadas de rayos de sol naciente.
Mientras tanto, el discurrir del pensamiento, cual lecho lactante aún, corre el riesgo de desvanecerse.
En una noche de invierno el viajero, a fin de salvar los muebles, sacó las tripas del año.

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