martes, 24 de abril de 2012

La llave




                                                     

   Wenceslao venía haciendo eses por la calle, empapado no sólo por dentro sino por fuera, ya que en esos instantes caían chuzos de punta, estaba diluviando, y entre charco y charco daba un saltito de rana, pero con tan mala fortuna que perdiendo el equilibrio se precipitaba en el abismo, hocicándose a todo lo largo y ancho que era, mas a trancas y barrancas se enderezaba, y emprendía de nuevo la triunfal marcha, alegre y contento como iba, con el tablón que llevaba, y entre mugidos y fuertes jipidos atinó a tararear la canción bajo la lluvia,
Te vi bailar bajo la lluvia,
y saltar sobre un charco de estrellas,
y te vi bailar bajo la lluvia esperando la luna llena,
volverás a reírte de veras…
   Pero al poco volvía a morder el barro de las pozas, siéndole cada vez más trabajoso el acto de ponerse en pie manteniendo el tipo, y columpiándose a derecha e izquierda, se decía, borracho yo, tururú, y una vez que calculó más o menos la distancia de la morada, estando casi a la altura, se echó a reír y metió la mano en el bolsillo izquierdo del pantalón, buscando la llave para abrir la puerta, y cual no sería el chasco o la frustración al no hallarla por ningún lado.
   Finalmente, registrando con parsimonia todos los bolsillos, notó algo extraño, un pequeño envoltorio, y al desliarlo se percató del error, toda vez que al parecer, al salir con premura del lupanar, unido al desapacible día de horrorosa lluvia y aciago viento, se equivocó, confundiendo el envase del profiláctico con el bulto de la llave,
   Entonces, en el estado de gracia en que se encontraba, tan satisfecho y feliz, ni corto ni perezoso, empezó a cantar la canción infantil de la pérdida de las llaves, Dónde están las llaves, matarile rile, rile, rile, dónde están las llaves, matarile rile, rile, ro, chimpón, en el fondo de Mar, matarile rile, rile, rile, ro, chimpón…      

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