Sin apenas darse cuenta de lo que pudiera
trascender o columbrarse en el horizonte o a la vuelta de la esquina, se fue
entablando entre ellos una conversación fortuita, bastante baladí, no
sustanciándose en ello ni chicha ni limoná, cual súbita llovizna que de repente
chispea en la frente, mojando lo que roza, pese al sol radiante que lucía en
derredor, destilando lumínicas perspectivas y preciosos destellos, iluminando
los pasos y los vericuetos de las callejas más oscuras o tortuosas.
Al inicio, la charla brotaba espontánea y
saltarina, como agua de manantial, elaborándose una especie de calcomanías de
figuras o gruesas mochilas de vocablos revoloteando en una especie de
entretenimiento de andar por casa, cual lúdico trivial pursuit, en paños
menores, hundiendo barcos o matando el tiempo, que no es poco, o tal vez
dándole vida a las horas muertas, fluyendo río abajo, o a lo mejor pensaba en
voz alta, que de todo ocurre y no se percata uno a veces, cayendo en solemnes
torpezas, sobre todo en horas retestinadas, remolonas u holgazanas, que tan
pesadas se hacen en las rotondas de la vías, en los tic tacs, al no tener a
mano otro tubo de escape o recursos evasivos por donde transitar.
-Mira, cariño, -rascándose la nuca como
distraído-, no sé qué hacer el sábado, creo que tú sí lo tienes claro, estoy
pulsando los puntos de interés de la NASA encefálica, lo que se dice
vulgarmente, estrujándome la mollera, y pienso que quizá sea interesante el
mitin que anuncian a los cuatro vientos, y acercarme haciendo de tripas
corazón, aunque escuche más de lo mismo, prometiendo atar canes con cadenas de
oro o con suculenta longaniza; pues de sobra sabes de mi alergia, que no
comulgo con tales pestiños o patrañas, es decir, los sonsonetes de guerra de
siempre, el puedo prometer y prometo, tres cosechas de membrillos al año o como
en el circo, un número más difícil todavía, o que el burro recite de memoria un
poema de Alberti, “Se equivocó la paloma, se equivocaba/. Por ir al norte, fue
al Sur…, no obstante, si asistiera, en la imaginación podría acariciar algo
diferente, que me encuentro, por ejemplo, contigo en una acogedora sala de cine
viendo la peli más bella del mundo, haciendo mudanza en la costumbre,
principalmente por la chispeante curiosidad del evento en esta ocasión, tan
novedosa e intrigante a la vez que se ofrece al ciudadano–dijo él.
Con la llegada de la savia primaveral, los
cuerpos se diría que resucitan y eclosionan de viva voz, alterando los pulsos o
inoculando fervientes y vigorosas energías, al acontecer que tanto los capullos
como los cerebros se abren de par en par en una ardiente carrera por llegar
primero a la meta, exhibiendo lo oculto, lo más valioso y genuino, y empiezan a
dar la cara, el fruto, exhalando íntimos aromas, misteriosos primores burlados
durante el frío letargo de invierno o tras la umbría de los ramajes de máscaras
que los protegen de alguna mano negra.
Y en ese carrusel de ritos y rosarios
interminables se mecían los efluvios de los más enmarañados pensares, y al poco
de echar la caña de pescar o a andar por los peldaños del discurrir, si bien en
minúsculas porciones, aunque firmes, despacio pero sin pausa, y sin el menor
pudor, iban surgiendo gruesos cascajos y espinosos troncos arbóreos por la
corriente tras el chisporroteo cerebral de sucia tormenta o de un envenenado
elixir, que con tanto esmero se guardan a veces en el garito o en las grietas
del criterio, y de pronto, en un abrimiento de boca, cual volcán en ebullición,
embadurnan el paisaje de la pulcra mañana o el claro intelecto con lengua de
fuego, empezando a emitir a raudales tóxicas esencias envueltas en
lava.
-Oye, Amador, escucha un momento, creo que voy
aprehendiendo las espurias emanaciones o predilecciones que tanto te subliman
en este día gris para ir al bendito encuentro, vamos, ea, pues resulta que
tirando poco a poco del hilo te delatan las más versátiles urdimbres, hechas
con sutileza y a conciencia, como los preparativos bélicos de una gran batalla
en la estrategia militar, y yendo al grano, que es de lo que se trata, doy por
seguro que has quedado con alguien en el entreacto, y lo expones tan
alegremente, con un morro que te lo pisas, haciendo la pantomima de ser lo más
insigne e ingenioso que vieron los siglos, encumbrando tal empresa, como si los
arúspices del mercadeo político fuesen el santo y seña de tu devoción y van a
sacarte las castañas del fuego, atisbándose a todas luces que la fachenda no te
ha podido salir más redonda, moldeada o propalada en mis propias narices, con
los más nimios detalles, no dejando cabo suelto, como un film de suspense de
Hitchcock, en el que el espectador queda engrifado con el devenir de la
tramoya, circulando aturdido por las laberínticas secuencias, abducido con
sutil maestría por las más escabrosas acciones.
>>Y navegas con la coartada del acariciado
encuentro de cadencia mitinera, columpiándose de manera un tanto solapada en
las aguas concertadas de antemano por entre hábiles subterfugios mostrando
ingenuidades o medias tintas, pero que sotto voce pueden transportar en el
fluir del torbellino prendas íntimas disfrazadas entre los borbotones del oleaje,
sacando en la superficie semblanzas de esplendoroso comportamiento con una
doble personalidad, como don de ubicuidad, al poder reunirte con la pelandusca
en el desplazamiento diseñado tan sigilosamente, escondiendo el rostro o la
mano tras arrojar la piedra, y de pronto volar con la presa hacia el nido que se
ha esbozado en un entente cordial ad hoc, camuflando con todas las de la ley
las prístinas martingalas.
-Uffff, uffff… ¡Cuánta lama aletea en
lontananza!-farfullaba él.
-Bueno, a ver lo que haces esta tarde…
-Ah, descansar, o dormir y callar como la
ratita presumida, o quizá caer por el precipicio, tomando notas en el mitin.
-No lo entiendo, dejas todo entre alfileres,
incluso lo más candente.
-A ver, hurgando en la bola de cristal de la
realidad, la sangría de la crisis se ha abierto en canal. La pobreza se ha
cebado con los de siempre, y los de arriba vuelan cada vez más alto. ¿No crees
que habría que enhebrar un pentagrama con nuevas batutas, nuevas escalas, que
encarrilasen la materia nutriente, la acción solidaria entre gratos acordes,
allegro, y transparentes trompetas y el proceder humano con honestas y
sensibles notas en la garganta, en armonía con la deleitosa música astral?
-No sé si cuando caigan las sombras sobre
calles y plazas, dormiré tranquila esta noche, o seguiré en la cuerda floja,
envuelta en las disquisiciones sobre las estrecheces de las criaturas después
del esplendor en la hierba, yendo del palacio a la cueva, no sabiendo a qué
carta quedarse o a qué santo encomendarse.
-Parece que chirrían sobremanera las aguas vitales,
corriendo el riesgo de enturbiarse por la erosión de los usureros buitres.
-Resulta que las criaturitas sufren las
penurias en sus propias carnes, con familiares o allegados, y se desfondan,
desvaneciéndose sin remedio.
-Entonces, es hora de levantarse, antes de que
nos devoren los halcones financieros mientras dormimos.
-Si los renglones torcidos se pudiesen
enderezar con el arado, haciendo borrón y cuenta nueva, otro gallo cantaría.
- Es incuestionable el carácter voluble e
inestable de la fortuna, por lo que si los responsables del pastel global
abriesen los ojos, advertirían de que el campo está minado por la metralla del
maldito parné, pudiendo estallar el polvorín en cualquier momento, y en tal
caso, el dicho popular lo atestigua, nunca digas de esta agua no beberé. Por
ende, brindemos por que los gerifaltes echen a andar de una vez, ligeros de
valijas y prebendas, llevando por bandera la justicia y la solidaridad en el
mundo mundial. Ah, ¿y qué se hizo del mitin en el ágora?
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