Paseaba Alberto por la ciudad de la Alhambra desde la puerta de Elvira hasta la de Bib-Rambla, rememorando hitos, vetustos monumentos y gratas emociones, cuando de súbito se produjo el encuentro.
-(ALberto): Hola, perdone señor, ¿no es usted
Peter?, puedo equivocarme, pero no importa, hace tanto tiempo que no te veo. Un
pajarito me dijo que gozabas de una envidiable situación social, siendo todo un
señor cátedro de universidad, y por un tris no llegaste a rector.
-(Peter) Oh,
gracias, Alberto, ¡qué cumplido eres!, no dudo de que seas tú en carne y hueso,
¿no es cierto? pero vamos, dejémonos de más monsergas, y démonos un abrazo como
Dios manda, qué demonios, y evoquemos aquellos viejos tiempos. Te percibo tan parsimonioso
como siempre y servicial, ayudando a la gente, yendo de aquí para allá sin parpadear,
incombustible, en continua acción, ofreciendo dádivas, ideas, apuntes
académicos, eventos culturales, resoluciones.... Bueno, pero hace tanto tiempo que
no conversamos, y no sabemos apenas nada el uno del otro, pareciera que nunca nos
hubiésemos conocido. Por momentos el subconsciente me dice que eres el doble, y
que todo es pura apariencia, espejismos cruzándose en el camino.
-(Alberto) Qué carajo, Peter, ven para acá, ajá,
espera, toca, sí, ¿no estás ya seguro de que soy yo y mi circunstancia, el
mismo que conociste en los años mozos?, y a propósito, ¿no recuerdas los Vía
Crucis que hacíamos durante los fines de semana visitando tascas o los más pintorescos
conventos, bodegas o garitos degustando los ricos caldos y sabrosas viandas
granadinas tomando las tapitas de rigor, sardinas, albóndigas, croquetas, atún,
morcilla o migas alpujarreñas entre otras, y cuando atravesábamos la calle Alhóndiga
había que estar siempre pendiente del maldito tranvía para no ser engullidos
por sus colmillos de hierro, conduciéndonos autocomplacientes no de Poncio a
Pilatos sino del frugal Rinconcillo a Puerta Real, pasando por el Rescoldo, el
Jandilla, la taberna de las Papas Bravas o lo que se terciera. Y luego, después
del "opíparo"? almuerzo en
el Pay-Pay, comedor estudiantil en boga entonces, y dicho con el mayor decoro
que no descaro, cuando se sobreentiende que el estómago rebosa de alimento,
resultaba que tan pronto pisábamos la rúa, se nos iban los ojos hacia las
pastelerías más próximas ansiosos por acallar el crujir gástrico causado por el
desnutrido menú del día, tomándonos algún pastelillo si quedaban rubias en el
bolsillo.
-(Peter) Bueno,
Alberto, jamás pensé encontrarnos por aquí, es la pura verdad, y menos en estas
fechas de hojas muertas revoloteando por los derroteros, oliendo a castañas y retumbando
la voz de don Juan Tenorio, aunque admito que apenas sabía de tu paradero, y me
digo a cada instante si te das cuenta de que la gente se suelta el pelo y representa
el teatro de las Danzas de la muerte sin descanso, es gente que conoce uno y se
va sin avisar, como dice el poeta, "Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando"...
- (Alberto) Ostras,
macho, qué duro, y a todo esto cambiando de asunto, no presentas una mala
figura, nada que ver con el caballero de la Triste figura, se ve que te trata a
cuerpo de rey la vida, ¿y qué buena nueva traes?
-(Peter) A
ver, sugiero que hablemos de los avatares, desguaces o trincheras, tierra
quemada o desquiciamientos personales.
-(Alberto) ¿De
eso? uf, uf...
-(Peter) ¿Y
por qué no? Sin ir más lejos te diré que el otro día me mantearon en el pueblo
por llevar a cabo un simulacro de primarias saliendo victoriosa la candidatura Sanchizta.
-(Alberto) Pardiez,
presentía otros trinos o devaneos.
-(Peter)
Nada del otro mundo, del tránsito por los surcos del comer.
-(Alberto) Sería
mejor tocar algún aspecto innovador o cualesquiera quisicosas donde poder hincarle
el diente a conciencia y moverse con total libertad, gracejo y enjundia, como por
ejemplo el campo de la filosofía o si los prefieres de la teología o similares...,
pues eso que apuntas en cambio...
-(Peter) Sí,
de acuerdo, los cimientos filosóficos suelen ser más contundentes que las
arenas movedizas del vivir, y los argumentos conceptuales ofrecen mayor transparencia al mundo noético y
a la razón, lográndose con tales herramientas profundizar más en las entrañas de la madre naturaleza y la conciencia a través
de la intuición, el raciocinio y los sentidos, explorando tanto lo divino como
lo humano.
-(Alberto) Bueno,
creo que filosofar se puede hacer a cualquier hora del día descomponiendo el
puzzle de las cosas ("Scientia omnium rerum per últimas cuasas"), en
cambio si nos lanzamos a la piscina de la teología las divinas palabras puede
que nos ahoguen, al ser los apoyos un tanto resbaladizos, como peces que se
escapan de las manos y de las apreciaciones más corrientes, desconociéndose en
parte sus parámetros o a lo mejor dando palos de ciego. Y volviendo a los
avatares, no se sabe qué motivaciones te impulsan a semejante curiosidad.
-(Peter)
Mira, Alberto, parece que según circula por la vía el tren en el que viajamos (que
en ocasiones es mejor dormirse ajeno a lo que acontece en derredor porque el
producto ofrecido está caducado), y si nos remontamos a antaño, aquellos
tiempos de entrega ciega al credo puro
y duro, al dogma reinante, no resultaría extraño o inconexo seguramente el
argumentario, pero habrá que reconocer que a la larga la jerga comunicativa y el
carburante vital se van empobreciendo o enrareciendo por el mal uso o deficiente
funcionamiento de la maquinaria fisiológica, por las innumerables goteras, al
irse deteriorando las neuronas, la masa gris y las convicciones, acarreado
mayormente por la erosión de los agentes externos e internos, cayendo como un
diluvio o losa sobre nuestros pensares y actitudes, generándose no pocas contrariedades,
volcanes o serias dudas hasta el punto de ir mudándose la color, la esencia
humana, adquiriendo un matiz torpe, evanescente y no poco cuestionable. De
todas formas espero que no haya ocurrido ningún tsunami en tu vida.
-(Alberto) No
sé por dónde bogas, Peter, pero antes salía a la palestra retozona la palabra Fé,
y todo el mundo reaccionaba con firmeza entonando el himno de la alegría, aceptando
que movía montañas y servía lo mismo para un roto que para un descosido (a
propósito, hay en el mercado un ejemplar con idéntico título Rotos y descosidos); en cambio en esta
época tan precaria y volátil, de acontecimientos tan precipitados y fungibles no
se sabe cómo esbozar alguna sonrisa o pinceladas sobre nuestra deshilachada existencia.
-(Peter) Qué
retorcido me lo pones, Alberto.
-(Alberto)
Mira, Peter, como si se repitiese ahora el desaguisado de la escena bíblica del
Paraíso Terrenal, pero no entre el amo y los pobres huéspedes, sino entre ellos
mismos en este caso, Adán y Eva, siendo yo incriminado de forma gratuita en hurtos
y allanamientos de morada que nunca cometí, así como de violencia de género mediante
denuncias y falsos testimonios. Al cabo del tiempo, como mi pareja no se
quedaba encinta recurrimos a un vientre de alquiler, y todo iba bien, alumbramiento
y crianza del retoño hasta que la madre biológica me denunció alegando que no
le había abonado lo estipulado, y que para más INRI no podía vivir sin su pimpollo
porque ella lo había parido. Y pidió que se lo entregase de inmediato. Imagínate
la faena...
-(Peter) Oye,
Alberto, cuesta creerlo, me pones los pelos de punta, pues te consideraba un
afortunado. Te tenía por un heroico Ulises regresando al dulce hogar en busca
de su amor.
-(Alberto) Pues
así es, amigo mío.
-(Peter) Entonces,
¿qué hiciste después?
-(Alberto) Al
quedar en la ruina, tenía que dormir en la calle, lo que me arrastró al fango,
la droga y la prostitución.
-(Peter) No
me lo puedo creer.
-(Alberto) Para
tirar para adelante, me vi forzado a lo peor, permaneciendo dos largos lustros
entre rejas. Ésa es mi hoja de servicios de los últimos años, compañero.
-(Peter) No encuentro
palabras.
-(Alberto) Y
yo que tenía unas ganas locas por compartir un rato feliz contigo contándonos
cosas, hablando de cualquier chorrada, de los bocatas que nos zampábamos en el
Aliatar o en la bodega de calle Elvira..., o por qué no haber parlamentado
sobre los Diálogos Morales de Séneca por ejemplo, de su filosofía, de cómo vive
un estoico o bucear en las aguas del
epicureísmo. Pero no, lo tuve muy duro; pues más tarde mi hijo, falsificando la
firma de mi ex, me denunció al tribunal de menores y tuve que poner pies en
polvorosa huyendo a Hamburgo, alistándome en el ejército rojo de San Pauli,
donde según sus biógrafos los Beatles colocaron la primera piedra de su carrera.
Por lo tanto no está el terreno abonado para que toquemos temas de teología o
teodicea o teogonía, porque parece que todo está hecho añicos. Llevaba una existencia
placentera, sonriente hasta que reventaron mi vida.
-(Peter) Pues
no sabes el chasco que me llevo, ¡vaya desengaño!
-(Alberto) Dímelo
a mí. ¡Ah!, se me olvidaba decirte que a consecuencia de la promiscuidad
contraje unas purgaciones de muerte. Así que nunca pienses que estás a salvo de
nada, de horrendas conjuras o de las más inusitadas elucubraciones.
-(Peter) Entonces al hilo de lo que cuentas ¿sabes lo que se me ocurre decir, amigo del alma?, cosas más raras veredes ...
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