No había exhibido hasta entonces
las
emociones
en paradores
turísticos,
en la barra
del bar oliendo a mojito de Sabina,
en eventos
de roja luna
ni en
miradores benditos;
bogaba
silente por playazos, riberas,
y cangrejos
entre guirnaldas, guiños,
tablaos,
calillas, tablazos, cigarrillos
y plazas en
alborozadas alboradas
y noches de
soleada ternura
plenas de
picoteos, tientos,
eros y cual
rayitos de luna
la luz de
sus ojos iluminaba el camino;
por lo que
todo el top secret
urge sacarlo
y airearlo
amasando
presto el poemario de una vida,
que desde
hace tiempo bulle por dentro,
llevándolo
urgente a la tahona
y ponerlo al
fuego vivo de la tinta,
dándole
aliento y besos a manos llenas,
antes de que
se encarame
en las copas
del monte del olvido,
encarnándose en apreciados
y dulces
renglones el Verbo,
y se precien
de ello los versos,
manteniendo
encendido el fuego
del vivir,
y, cual divina Vesta,
servirlos en
bandeja de plata
al mundo, a los cuatro vientos del alma.
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