Ráfagas de viento, arrebatos de dolor ensañándose en las entrañas de la piel formando preocupantes ampollas, que se expandían por el cuerpo azuzadas por unas raras germinaciones que brotaban en su mundo, tal vez por contagio de pútridas algas o embalses de agua en mal estado, al bañarse durante la excursión que realizó con la peña cultural del barrio, o bien bebiendo agua de algún manantial a la vera del camino sin calibrar en las consecuencias.
De haber ido a
la excursión no se arrepentiría jamás, pues lo pasó en grande no faltando de
nada, quizá tiempo por lo corta que se le hizo, comiendo como un rey una
riquísima carne argentina regada con excelentes vinos vallisoletanos regalo de
la empresa en la que trabajaba.
Sin embargo las
secuelas de todo aquello le llevaba a mal traer, dado que su vida se iba casi a
tronchar al poco de la bacanal con el grupo según iba por las montañas y verdes
pinares, volviéndose las cañas lanzas, al sobrevenirle unas migrañas con
fuertes vómitos creyendo que se moría.
Si bien la
primavera pasada sufrió unas molestias estomacales de escasa virulencia que
sobrellevó bien, en cambio los furiosos arrechuchos de ahora tenían otra cariz,
llevaban en sus carnes otras intenciones, siendo tan turbias que clamaban al
cielo, pues estando como estaba siempre tan pulcro y seguro de sí mismo no se
explicaba los repentinos retortijones de aquella mañana, apuntando sin tapujos
a un más que probable embarazo, eso es, ¡un embarazo!, poniendo el grito en el
cielo cuando tradujo la enrevesada letra del informe de la clínica, consciente
de que semejante veredicto no guardaba relación alguna con su historial y menos
aún con su vida presente.
Sin embargo, a
veces, los aviesos duendes o eventuales coyunturas se retuercen como una soga,
complicándose más de la cuenta los acontecimientos.
Y al cabo de un
tiempo, a propósito del lastimoso estado en que se encontraba, su tíaTula
apuntó:
-¿A ver,
sobrino, todo esto no será por la operación en Londres?
- ¡Pardiez, tía,
no desvaríes!
-¿No recuerdas
la insinuación harto sigilosa de la matrona, que exhibías femineidad?
-Pssssssss, ni
lo pienses, no me tires de la lengua .... - farfulló fuera de sí.
-Sabes que se
hizo a espaldas de la familia con no pocos riesgos y con mis ahorrillos, que no
sabes el trabajo que me costó.
-Pero quedó todo
bien, tía.
-¿Y no quedaría
algún cabo suelto, querido sobrino?
-¡Que nooooo,
tía, que noooo, ya está bien!
Era de dominio
público que desde el punto y hora en que fue intervenido, apareció siempre como
un varón a carta cabal, tanto en los papeles oficiales como en el fogueo
diario, presumiendo de estar en forma y bien dotado, y en consonancia con los
cánones urológicos no dejando en ningún momento en entredicho su hombría.
Nunca había sufrido
percance alguno ni se vio envuelto en escándalos ni nada parecido, y cabe
preguntarse al respecto si no le gastarían alguna putadita tomando copas en
alguna fiesta echándole estupefacientes, poniéndolo a los pies de los caballos.
Hay que
reconocer que nada de lo que le achacaban mediante analíticas era cierto, ni
cuadraba con su estado actual, tan sólo cabía la hipótesis de que le hubiesen
roto o trucado algún filamento de los conductos cosidos o desactivados en la
intervención londinense saltando todo por los aires, y haberle inyectado de
paso semen incendiario mientras permaneciera inconsciente, aunque en ningún
caso tal suposición revistiese visos de certeza.
Siempre había
estado al tanto de su salud, cumpliendo meticulosamente las revisiones médicas,
cerciorándose en todo momento de los niveles del hemograma y del poder
hormonal, asistiendo para ello a los más prestigiosos simposios de la materia
allí donde se celebrase, aunque fuese en las antípodas.
Sin embargo hay
que reconocer que no es oro todo lo que reluce, toda vez que a la hora de la
verdad prima la plata en ciertos estamentos, poderoso caballero es don dinero,
y así, para curarse en salud, los eximios doctores y adláteres de la clínica harían
la vista gorda y lo indecible por la obra, intentando tapar errores de bulto,
evitando que se viniese abajo el tinglado financiero que habían montado,
extendiendo sin pudor informes falsos a gusto de los interesados, incluso de
los delincuentes, de forma que el dictamen pudiese ser entendido lo mismo en un
sentido que en otro, al igual que la pitonisa romana cuando le consultaban los generales
por el desenlace de la batalla, respondiendo con una frase tan intrincada y
ambigua que podía significar tanto una cosa como la contraria, y así siempre
acertaba quedando sumamente complacidos los generales.
No cabe duda de
que si las extemporáneas corrientes que lo llevaron por los renglones torcidos
de la vida se hubiesen convertido en ráfagas de amor y cordura, a buen seguro
que habría encendidas fragancias columpiándose en su jardín.
3 comentarios:
Hay otros que me han gustado mas q este la verdad
Gracias. No siempre llueve a gusto de todos. No obstante, otro día saldrá otro sol más radiante, que mejor alumbre. Saludos
Buen relato, actual, gracioso y "fabuloso"
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