Cierto día iba Alfonso por la calle y se
topó con el anuncio de una conferencia en la fachada de un viejo edificio con
el epígrafe, Viaje al fondo de la mente, y se quedó patidifuso, sopesando si merecía
la pena asistir o marcharse presto para no salir con los pies fríos y la cabeza
caliente, al considerarlo sumamente espinoso, e incluso peligroso por correr el
riesgo de ser engullido por las aguas de ese mar tan negro.
Lo primero que le vino a la cabeza fue lo
extraño del título, porque la publicidad de las agencias de viaje suele ser a distintos
lugares materiales del planeta, fiordos, Pitiusas, Maldivas, etc., pero nunca a
lo intangible o abstruso, porque viajar al fondo de la mente da mucho que hablar,
pues ni en sueños lo imaginaba, creyendo que sería una inocentada por encontrarse
en vísperas de la festividad de los Santos Inocentes, sin embargo haciendo de
tripas corazón optó por quedarse.
La sala estaba a rebosar, como la plaza de toros
en las grandes ocasiones, esperando expectantes el desfile torero de la mente. La
primera frase que pronunció el ponente fue, "Mens sana in corpore
sano", y se mordía los labios Alfonso recordando los latines estudiantiles,
pegando mordiscos a esa manzana un tanto olvidada y podrida por el paso del tiempo,
aunque pescó una idea al vuelo, la introspección, sacudirse por dentro quitándose
el follaje y quedarse desnudo vislumbrando las arrugas y detritus internos, y continuaba
disertando el conferenciante sobre tan singular asunto viajando sin prisa pero sin pausa al fondo de la mente, y lo hacía alegremente,
con la sonrisa en la cara, como niño con los regalos el día de Reyes.
A Alfonso, que andaba perdido por aquellos laberintos,
le acuciaba un rosario de cuestiones, pensando que el tema no se relacionaba en
absoluto con lo que hacía a menudo, ir a la taberna de la esquina, a la playa, a
veces, nudista, o a comprar el periódico o el pan a la tienda de una moza de
buen ver, o bien, abrir una novela de viajes al centro de la tierra, de la luna
o a los mares del Sur, toda vez que en tales casos -se decía para sí- valdría la
pena el intento por ser más creíble, y de paso tener andado ya medio camino, aprovechando
el material elaborado por quienes le habían precedido habiéndolo plasmado en cartografías,
apuntes o en otros servidores al uso, facilitando las claves de sus músicas,
sin miedo a perder la cabeza o quedar todo en agua de borrajas.
Si se aborda el núcleo duro de una mente
sana, todo lo que se medite sobre su enjundia resultará poco ante tamaña
empresa; en consecuencia habrá que estructurar un esbozo en condiciones que lo
configure, y tirar hacia adelante, confeccionando una agenda dietética y una tabla
de gimnasia a su altura.
Y con ese talante intentaba Alfonso empezar
el nuevo año, siguiendo el rumbo del refranero, año nuevo vida nueva, cumpliendo el régimen establecido y sudar la gota
gorda en el gimnasio aplicando las enseñanzas recibidas.
Para pergeñar fidedignos cimientos del
concepto de "mente sana",
no habrá más remedio que echarle al guiso cerebral las neuronas pertinentes con
sus respectivas salsas secretas y los secretos guardados para que la cocción dé
su fruto, dándole sentido, cuerpo y sabor a los pensamientos, obviando
hipocondrías, migrañas u otras cefaleas.
Y a renglón seguido, ante el estrés del público
asistente por desvelar los enigmas del mundo interior, ansioso por hurgar en las
más íntimas entrañas, se llevó a cabo un riguroso turno de preguntas para tranquilizar
al personal.
-Empiece usted, señor -dijo el moderador.
-¿Mire, el guiso no lleva unas gotitas de
intuición?
Y fue ahí donde se rompió la noche,
queriendo todos meter baza, surgiendo un abanico de preguntas y respuestas en
un ambiente encrespado resultando cuerdas, unas, e irrisorias, otras, no
quedando la cosa zanjada ni mucho menos, porque brotaban como por generación
espontánea las incógnitas.
Y seguían
preguntando, ¿hasta qué niveles juegan su baza la lógica, la emoción, la
empatía, el odio, las obsesiones, las filias y fobias o las veleidades personales,
así como el hecho tan trascendente en la vida de focalizar la atención, tan crucial
para el estímulo y la respuesta, a fin de no discurrir por horizontes viciados?
-Obrando con sensatez.
-A ver, ¿hay más preguntas?
-Pero, ¿cómo se pueden
generar neuronas sanas en el cerebro tomando al pie de la letra la máxima de
Thomas Hobbes, "Homo homini lupus",
en que el hombre es un lobo para el otro?
No cabe duda de que lo razonable sería renovar
cuanto antes las obsoletas directrices o parámetros instalados en la masa gris como,
la letra con sangre entra, la mejor defensa es un buen ataque, etc.,
y cambiar el término competitivo por
cooperativo, y de esa guisa la humanidad se alineará con la cordura, evitando
perjudicar y ser perjudicada, entrando en el circuito de la paz, el progreso y el
bienestar social.
Bien, sigan preguntando, por favor:
-Pero siempre existirá la soberbia, la
envidia y la venganza en la mente humana -apostillaba alguien que había detrás.
- ¿Psssssss.................!
-¿Nadie responde?-porfió.
Nunca llueve a gusto de
todos. Se palpan en el fluir de la corriente diaria las borrascas, y hay que
aceptar que todas las preguntas no tienen respuesta, y no por eso se acaba el
mundo.
Si se toma en sentido estricto la semántica de compasión, se habrá andado
un gran trecho para resolver o aliviar las heridas, los dimes y diretes del debate
que tanto nos atañe en estos momentos. Porque si la persona se coloca en el sufrimiento
de la otra y lo hace suyo, se encenderá una luz que sanará a más de una mente obtusa,
limpiando de paso la cochambre acoplada en el cerebro.
Entonces surgen más dudas, ¿cómo encajar el
significado de la palabra lástima en
los sentimientos humanos para no
dañar a nadie, por hallarse el otro en
un escalón superior, cuando alguien se compadece de una víctima por
terrorismo, guerras o desastres naturales.
En tales procesos, si cogemos el corazón y lo
ponemos en la palma de la mano emulando a San Agustín cuando dice, ama y haz lo que quieras, nos
percataremos de que la solución a tanta mugre craneal se hará en un primer paso
con la simpatía, y ahondando en ello se restañará todo el desencanto con la empatía y el amor.
Admitiendo que todas las preguntas no tienen
respuesta, hay que seguir, no obstante, preguntando una y mil veces como los niños.
¿Cómo explicar la actuación del cerebro del tenista que en cuestión de segundos
devuelve la pelota al contrario, y tantos y tantos avatares súbitos de los
miembros del cuerpo o funciones de los sentidos a la hora de ejecutar cualquier
ejercicio como, abrir una puerta, pelar la pava en noche buena según costumbre,
o asar un lechón a fuego lento, y regado, que tampoco viene mal, con vinillo de
los Jarales, lugar de encanto para el senderismo según los entendidos, que de
todo hay en la viña y en las vides guajareñas, que por allí crecen, dando vida
a los afamados caldos para riego de las matanzas del marrano cuando llega su día.
La morcilla, la longaniza, el lomo y demás delicatesen
cuecen y maduran mejor los pensares, y mantienen la mente despierta y sana,
abierta a los nuevos vientos en un cuerpo envidiable, subiendo o bajando los cerros
y collados guajareños, bien para arrancar esparto o pastorear el ganado, bien por
quitar unos kilos al cuerpo casándolo con la mente en un maridaje saludable acorde
con las pautas sanitarias.
El poder de la mente es sin duda irrefrenable
y misterioso, si bien cada vez menos por el avance científico y los célebres lavados
de cerebro, aunque sean una chapuza a veces. Se pueden cerrar todas las
bibliotecas y centros culturales del mundo, o cercar el campo con alambradas de
alto voltaje, pero nunca habrá cerrojos suficientes para frenar el vuelo de la
mente.
No obstante, es incuestionable que lo que bulle
en el mar de la mente es tan escurridizo como el hecho de coger un pez en el agua.
-Pssss, de eso nada.-dijo alguien que
acababa de llegar.
-¿Cómo ...? -contesta.
-Es sencillo, se extrae la sustancia y se
aclara con biopsias - dice.
-Pero hablamos de algo inmaterial...-insiste.
Los viajes al centro de la tierra, a los
mares o a la luna no tienen ni punto de comparación con los intrincados entresijos
y nódulos que configuran los anillos celulares y neuronas del cráneo, según
rezan las voces de los más doctos en la materia.
¿Cómo deshilvanar el ovillo de la intuición
en las emociones, en la compasión junto con la empatía y las obsesiones, la
ojeriza y el mal de ojo o las calenturillas que entran por el cuerpo al beber
los vientos por alguien en una noche fría?
En ésas andaba Alfonso aquella mañana,
aparejando el mulo para ir a los Motriles
con unos cuantos bultillos de fruto de la tierra para ganar un dinerillo y pagar
las trampas de la última siembra, que por cierto fue ruinosa por los bajos precios del
mercado, no llegando a sufragar los gastos.
Y entre tanto, yendo de aquí para allá reflexionando, llegó a la
conclusión de que lo mejor será borrar los puntos negros de la mente para no
caer en absurdas oligofrenias, y dejarse llevar por las cosas buenas que brinda
la vida.
1 comentario:
Excelente relato, polifacético, alegre en las complejidades que enfoca y, con impecable realismo, el guajareño no se mete en camisas de once varas.
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