jueves, 16 de octubre de 2008

SILENCIO

En el vacío del silencio se abrazan
Las ausencias de infancia,
Se amamanta la metralla disfrazada,
La carestía de los sentimientos crece.
En el bravío mar del mundo
La mudez se aglutina en oleadas:
Rostros crujientes, obstruidas gargantas,
Abandonos sonados,
Y las lenguas del volcán, silbando,
Serpentean por la piel en carne viva,
Cruzando océanos de conciencias,
Mutiladas las esperanzas,
Desde remotas orillas rezando
Al Todopoderoso y remando
A vida o muerte,
Mil y una noches sin cuento,
Miles de leguas, ansiando arribar
A puerto con lo puesto, la nada,
Al amanecer, por la puerta precintada
-El eslogan-,
Con la lengua afuera, perdida
La mirada, en ignorada búsqueda
Del maná, que eche una mano.
Mientras el obcecado capital,
Con traje de luces
Del anonimato,
Soterrado, esculpe estructurales giros
De muerte.
En el atronador abrimiento de boca
–Bostezos -
De la soledad hay lotes que murmuran,
Fibras ocultas que lloran
Y lo delatan durante siglos,
Latrocinios con pelos y señales.
¡Que suenen las campanas
De los púlpitos,
Que canten y cuenten los números
Fatídicos del bingo de la vida,
Dígitos con cien pies y lumbre en la frente,
Muros de labios y vientres sellados,
El fragor del silencio,
Fumigados, vulnerados, odiados.
Un mare magnum de puños al viento,
Con utópicas proclamas impulsoras,
Y vertiginosos brindis, que, al fin,
Se quedan de – acaso de bronce- piedra.

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