jueves, 16 de octubre de 2008

TODOS SOMOS ESCRITORES

No es que echara las campanas al vuelo en épocas pasadas presumiendo de haber escalado más alto que nadie, pero por lo menos tocaba fondo sin ahogarse; calibraba los galardones que le confeccionaban, las etiquetas que clavaban en su mollera. En cambio ahora, con las perspectivas de la nueva corriente creativa, no logra poner los pies en el suelo, y levantar cabeza.

Venga, Bartolo, basta ya de boutades, de tanta monserga, escupiendo por el colmillo. Tal vez sean alimento tuyo las fantasiosas y abstrusas megalomanías. No vas a sentar cátedra esta noche en un minúsculo cenáculo como el que aquí tenemos, y menos aún en la plaza pública, apostando por lo primero que acaricie tu mejilla, como antojos de embarazo; por ejemplo, que cualquiera está investido de duende, de la quintaesencia artística, y goza del don indispensable para ejecutar una obertura, interpretar rebeldías rockeras, o tocar la bucólica flauta con maestría. ¿Habrás sido encantado por alguna serpiente suprasensible? Quizá te hayas dejado llevar por la debilidad por los instrumentos, ya que sin duda es donde brillas con luz propia, como un torbellino; de ahí el archiconocido estribillo, Bartolo tenía una flauta, con un agujero… y…
Es posible que en el año 2.500 acontezcan hechos prodigiosos, surjan tecnologías aterradoras, o crezcan por todos los rincones palabras ungidas por la mano divina, hilvanadas mediante hilos mágicos, como títeres de guiñol, y ellas mismas de repente, sin mirarlas, sin pluma ni pantalla ni precaria o eximia preparación, se cojan de la mano cual niñas jugando a la rueda, y empiecen a cantar melodías de toda la vida, milongas, canciones verdes o azules, maldicientes frases rimadas, historias atravesadas, o relatos de asesinatos en serie, sin límite de espacio y tiempo.
Tal vez tengas a tiro de piedra la facultad de crear, al alcance del sentimiento; pero brotan dudas sobre la cosa, referente a que no hay otra alternativa que no sea esperar sin ir a tomar las uvas al son de las doce campanadas en la noche vieja del novísimo año 2.499, para que se cumplan tus augurios. La doctrina que expusiste el miércoles último, sospecho que, palabra arriba o abajo, se concretaba en el siguiente epígrafe, “todos somos escritores”. Como grito de guerra hace soñar sobremanera, siempre y cuando uno se moje el culo y no deje de escribir, aprovechando que el cerebro no cesa de elucubrar culebrones, ristras enteras de historietas a diario, que a veces pican como el que ajos come, y corren el riesgo de dispararse, sobre todo en los horribles insomnios nocturnos. Pero, ¿qué alegar en el caso de que uno se duerma en los laureles, vegetando en recintos ágrafos? La creatividad a priori descorazonaría a cualquiera por su propio peso, y las virtuales penélopes serían arrastradas por la furia de las olas a mares sin retorno.
La armonía cósmica acusó el golpe, el desvarío la otra tarde, pasó frío. Aunque hay que reconocer que si el postulado se enfoca en positivo, la boca del aspirante se hace agua, como sucede al cruzarse con un bombón expuesto en el escaparate de la pastelería entre dos luces. Esta sensación, ni en invierno ni en verano, ni en la víspera de Reyes se tomaría como tierno obsequio; lo prudente es que abandones el empeño en seguir cabalgando por estos escenarios maquinando trepas, gallos de corral, humos a tu edad. Puede que sigas fumando esencias enajenadoras, anclado en la candidez de la infancia, suspirando por la generosidad de los Reyes Magos con los camellos cargados de regalos, y traigan aquello que se les pide, por inercia, y al romper la aurora aún dudosa tocarlo con los dedos, tanteando en el balcón de la casa, y encontrarlo allí, calentito, como bollo de pan moreno recién hecho, o fresquito, como gotitas de rocío matutino.
Si analizamos esta nueva proposición, todos somos mortales, es decir, de carne y hueso, la idea ya cambia. Si lo esbozado anteriormente sobre los escritores presentase semejanzas con está proposición de los mortales, podrías argumentar con rigor y fundamento que dicha inclinación innata es aplicable a la generalidad del genio humano, y en tales circunstancias podría concitar la curiosidad del botarate, o del más acérrimo recalcitrante. Haciendo memoria, si nos remontamos a los veneros primigenios de la humanidad, cuando Adán y Eva, por veredicto divino, como dos ocupas, salieron avergonzados del idílico valle llorando a lágrima viva con lo puesto, arrancado a una parra, el sugestivo paraíso, y no los efímeros paraísos actuales, las endiosadas orgías en chiringuitos de arena los fines de semana, de usar y tirar, en mitad del rebalaje. Recorrieron cielos y tierra para llegar a ninguna parte, haciendo el camino al andar como el poeta, pioneros en el peregrinar, antes del boom del peregrino a tantos puntos, Roma, Santiago, Jerusalem, o más cercano, con el sin pecado por las pecaminosas marismas a la Virgen del Rocío. Nuestros primeros padres ya pusieron en práctica una especie de tetratlón de fantástica aventura deportiva, en busca no de petróleo, sino de una reconstituyente hogaza amasada en la tahona de la gruta con el sudor de la inteligencia.
Y jamás consiguieron retornar al paraíso perdido, perdieron todos los derechos, siendo su residencia habitual, libre de hipoteca y con las vacunas en regla, sin peligro de contagios pandémicos. Si tuvieses la fortuna de corretear por la primavera del año 2.500, puede que te tildaran de cavernícola deslenguado por proponer una premisa tan frágil, la quimera lírica, “todos somos escritores”.
Vislumbro que te refieres a tus facultades poéticas y narrativas, todo un escultor de palabras de pura cepa, que enfilas una patata, una piedra nauseabunda, o una preciosa palabra y los transformas en una digna réplica de obras inmortales de los autores que te precedieron en este mester.
Entrando en el meollo del problema, me gustaría saber cómo encararías la siguiente cuestión, cómo reencarnarse en el alma métrica del rondeño, Vicente Espinel, y escribir una décima. Pienso que lo mejor es contar hasta diez, sin prisa, antes de nada, sopesando los pros y los contras del asunto, disponiendo de todo el oro, el tiempo del mundo para realizarlo..
No sé, bueno, tampoco dije exactamente eso…, sino…como un guiño.
Ya empiezo a tocar el muro.
No entiendo tus pronunciamientos, tus ictus creativos…
Bueno, intentaré perfilar un esbozo, algo que no se derrita en las manos antes de echarlo a la boca, y no se aleje del redil cual oveja desnortada, durante la marcha, caminando por senderos sugerentes, creíbles, y se aproximen en su semántica al pan nuestro de cada día, al sentido común.
Desconozco cómo conseguirás escanciar sutiles esencias, o domesticar al potro salvaje, es decir, si lo alcanzarás con métodos sibilinos o de gurú en la república de las letras, o acaso rescatarás la antigualla, abra cadabra, o el mantra, vete a saber. Una buena solución para conseguirlo sería hacerse el harakiri, o pegarse fuego a lo bonzo, y de las cenizas germinarían los vivificantes cuentos, apasionadas tramas, como prueba fehaciente de tu acérrima apología creativa, “todos somos escritores”.
Sin embargo me acecha la duda, porque toda la ceniza entrará a formar parte de los relatos que construyas, pero la ceniza arrastrada por la brisa y perdida entre matojos, cómo reaccionará, qué va a ser de ella, incluso es posible que se vuelva contra ti, por aquello de la igualdad, y se monte otra historia paralela por su cuenta, mejor una contrahistoria, en la que los personajes que tú encumbraste fueran fulminados por los otros en legítima defensa; lo cual acabaría con tu teoría humanística del año 2.500, por lo menos, porque antes, no parece que dé tiempo a hurgar en los puntos negros y las claves creativas de última generación, que tú llevarías al mercado literario, por muchas lecturas que hicieras, o ferias del libro a las que concurrieras de primera estrella; incluso, aunque disfrutaras de un sinnúmero de foros y de todos los blogs posibles en internet, o participases en todas las lunas llenas deambulando por el centro de la luna, como un privilegiado, o infiltrado; nada lo podría justificar. Ni tampoco que te reencarnases en un animal prehistórico no identificado, que habita en el a tierra sin ser reconocido por los humanos. En absoluto. Se palpa tu visión errónea de las cosas, vives en mares opacos, de espejismos creativos.

La playa-vino, coche, perro, infarto,, sin ganas, sacarlo,excrementos, dale a la lengua….no sé qué hacer………………………………………..

No hay comentarios: